Y llegó septiembre. Parece que el ambiente cambia si se
compara con los meses anteriores. La vida urbana se acelera con mil y una
actividad que, aunque no nos afecten de manera directa, nos arrastran al estrés
del día a día.
Empezar algo nuevo siempre gusta. Recuerdo que de niño me
encantaban estos días por la ilusión de tener los libros nuevos del cole. El
olor a nuevo que tenían auguraban cosas nuevas e interesantes. Dos meses
después las cosas cambiaba, pero los primeros días eran especiales.
Para mí septiembre tiene esa misma ilusión, aunque ya hayan
pasado unos cuantos años desde que estrené los últimos libros colegiales.
Tiempo de prepararse, de ilusionarse y de empezar a trabajar. También tiempo
para evaluar. Porque para que un proyecto (especialmente si es de vida) sea
bueno tiene que tener la evaluación como uno de sus puntos importantes. Si
empezamos un año nuevo, no es para que sea exactamente igual que el anterior.
Hay que aprender de los errores y mejorar los aciertos. No digo nada nuevo, lo
sé. Pero es bueno recordarlo de cuándo en cuándo.
Este año podrá ser lo que yo quiera. Lo que queramos. Y lo
que se pueda. No sé quién dijo que “ningún plan sobrevive al contacto con el
enemigo”. Creo que hay que saber conjugar ambas realidades: programarse para
mejorar y estar abierto a la sorpresa de lo que puede pasar, para que lo
primero siempre pueda seguir adelante.
Este curso tendréis muchas actividades como cofradía.
Algunas formales, otras mucho más informales y también celebraciones de la fe.
Y por supuesto la Semana Santa. Todo tiene que servir de provecho. Todo ha de
ser vivido de tal manera que os sintáis reforzados como personas, cristianos y
cofrades.
Este curso que llevo con vosotros me habéis enseñado muchas
cosas. De lo cual me alegro. Mi deseo para este curso que empieza es veros
trabajar para mejorar lo que ya tenéis. Que no lo dejéis caer en la rutina o en
el cumplimiento (cumplo y miento). La ciudad de León necesita el testimonio de
cristianos buenos a los que les hace feliz ser cristianos. Esa es vuestra
responsabilidad. Sé que sois conscientes de ello. Ahora toca seguir trabajando,
seguir creciendo, seguir mejorando, seguir conociendo a Jesús para que viváis
vuestra vocación cristiana que no es otra que la de llevar la Palabra de Dios a
toda la humanidad.
Paz y Bien.
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