Monición de entrada.
En esta cuarta parada de nuestro camino hacia la Pascua, Jesús nos dirá que será elevado en la cruz. Para Francisco la cruz de Jesús fue una referencia existencial. Un Cristo crucificado, el de San Damián, le indicará su misión. Al final de su vida su cuerpo será reflejo de la cruz cuando reciba los estigmas en el Monte Alverna.
La cruz para nosotros es el lugar el amor de Dios es expresado de una manera más evidente. Por amor Jesús fue enviado, por amor vivió y por el amor que nos tiene sufrió la muerte en cruz.
Por eso la celebración de esta Eucaristía nos puede ayudar a darnos cuenta de cuán grande es ese amor que se entrega hasta el final. La Palabra de Dios y el Cuerpo y la Sangre de Cristo nos animarán a dar nosotros el mismo testimonio de vida a los demás.
Acto penitencial
Y ante el amor de Dios sólo podemos acercarnos con humildad y reconociendo que necesitamos de su misericordia. Lo hacemos en un momento de silencio.
-Tú que te entregaste hasta la cruz para darnos vida. ¡Señor, ten piedad!
-Tú que cuentas con nosotros para que no haya más cruces. ¡Cristo, ten piedad!
-Tú que conviertes tu muerte en la cruz en vida para los demás. ¡Señor, ten piedad!
Moniciones a las lecturas
Dios muestra su misericordia de forma sorprendente. Cuando el castigo por la infidelidad del pueblo es lo lógico, Dios elige al rey Ciro para que el pueblo vuelva de Babilonia, como nos contará la primera lectura. San Pablo nos recuerda que es esa misericordia, no nuestros méritos lo que hace posible la acción de Dios. Es siempre la acción de Dios la que mueve todo; san Francisco sintió precisamente que era el amor de Dios el que le llamó y le acompañó toda la vida hasta llegar a cotas inimaginables.
Peticiones
Nuestro Dios escucha las súplicas de su pueblo en oración. Con esta confianza nos atrevemos a rezar en su presencia:
• Por la Iglesia, peregrina en esta tierra. Roguemos al Señor.
• Por los que trabajan en la evangelización. Roguemos al Señor.
• Por los que trabajan por el bien de la humanidad. Roguemos al Señor.
• Por los que viven en circunstancias límites. Roguemos al Señor.
• Por todas las personas de buena voluntad. Roguemos al Señor.
Escucha, Padre bueno, la oración que te presentamos con un corazón agradecido. A ti que vives, reinas y nos amas por los siglos de los siglos.
Antífona de comunión
Decía san Francisco: “Te damos gracias, Dios nuestro, porque, al igual que nos creaste por tu hijo, así, por el santo amor con que nos amaste, quisiste que Él, verdadero Dios y verdadero hombre naciera de la gloriosa siempre Virgen beatísima Santa María, y quisiste que nosotros, cautivos, fuéramos redimidos por su cruz, y sangre, y muerte.”
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