AMOR ASIMÉTRICO
(Jn 13,31-33a-34-35: Domingo 5 de Pascua)
La vida de Francisco de Asís, como la de muchos grandes creyentes, ha estado anclada en el amor. Ha comprendido meridianamente el mensaje evangélico de que el amor es, como dice san Pablo, “el ceñidor de la unidad consumada”, la clave de todas las actuaciones cristianas (Col 3,12-17). Más aún, él no ha considerado como un “techo imposible” el amor al que hace daño, porque ahí es donde brilla, con toda su pureza, el amor que plantea Jesús. Escribe así: “Dice el Señor: Amad a vuestros enemigos, [haced el bien a los que os odian, y orad por los que os persiguen y calumnian] (Mt 5,44). En efecto, ama de verdad a su enemigo aquel que no se duele de la injuria que le hace, sino que, por amor de Dios, se consume por el pecado del alma de su enemigo. Y muéstrele su amor con obras” (Adm 9). Es la fortaleza de quien ha hecho del amor el quicio de su vida: no hay desaliento que pueda con él, ni siquiera el de quien le desea mal. Un amor que no se quiebra jamás ante el mal. Un amor de calidad probada.
Es que celebrar la resurrección de Jesús es activar los dinamismos más básicos del Evangelio, el del amor, en concreto. Hablar de la resurrección es hablar de amor. Por eso,
Más aún: ¿cómo ha de ser ese amor de calidad que trasluce la resurrección? Rom 5 nos lo dice: ha de llegar a ser asimétrico. Parece que los humanos solamente nos esposible amar simétricamente: yo te amo, pero pido en justa correspondencia que tú también me amas. Si tú dejas de amarme, yo también dejo de amarte. Jesús no ha amado así: nos ha amado cuando estábamos “sin fuerzas”, cuando no podíamos pagarle. Nos ha dado amor, aunque no pudiéramos devolverle amor. Este amor asimétrico es el amor de calidad que ha de distinguir al seguidor/a de Jesús que entiende lo que es la resurrección.
La vida nos pone muchas veces en la tesitura de amar asimétricamente o de renunciar al amor. Es ahí donde se halla la encrucijada del creyente: si persistimos en el amor aunque no haya premio, aplauso ni agradecimiento, nuestro amor es de calidad. Si queremos pasar siempre pasar factura por nuestros actos de amor, ése amor no se parece al de Jesús.
Hay, a veces, gestos de amor asimétrico, sencillo y humilde que nos sorprenden: una comunidad clarisa dio trabajo de hortelano a un muchacho recién salido de la cárcel que, por su estigma carcelario, no podía encontrar trabajo en ninguna parte. Ellas entendieron que era preciso darle una segunda oportunidad. Esos son los gestos, humildes pero elocuentes, de quien entiende la asimetría del amor que postula la resurrección de Jesús. Así se hace actual el mensaje de que Cristo ha resucitado en nuestra vida de hoy.
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