Salmo 29 (28): "La voz de Dios"



1. Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
2. aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
3. La voz del Señor sobre las aguas,
el Dios de la gloria ha tronado,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
4. La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica;
5. la voz del Señor descuaja los cedros,
el Señor descuaja los cedros del Líbano.
6. Hace brincar al Líbano como a un novillo,
al Sarión como a una cría de búfalo.
7. La voz del Señor lanza llamas de fuego,
8.  la voz del Señor sacude el desierto,
el Señor sacude el desierto de Cades.
9. La voz del Señor retuerce los robles,
el Señor descorteza las selvas.
En su templo un grito unánime: ¡Gloria!
10. El Señor se sienta por encima del aguacero,
el Señor se sienta como rey eterno.
11. El Señor da fuerza a su pueblo,
el Señor bendice a su pueblo con la paz.


1. AMBIENTACIÓN.



¿Quién no se ha sentido profundamente impresionado por una fuerte tormenta? ¡Cuántas veces la voz del trueno, llegada más o menos de improviso, nos ha sobrecogido! Más de una vez nos hemos sentido maravillados ante la tempestad desencadenada en una zona montañosa: el resonar del trueno parece ir golpeando contra las paredes rocosas abriendo sin cesar nuevos horizontes sonoros. Aun en un mundo secularizado y técnico el trueno sigue siendo impresionante y sobrecogedor.

En este ambiente hemos de situar este salmo: el salmista asiste al desarrollo de una tempestad majestuosa que, formada sobre el Mediterráneo, recorre todo el territorio palestino de norte a sur, removiendo las grandes montañas del norte, arrancando los cedros del Líbano, descortezando los robles y las selvas todas y perdiéndose en medio de la soledad del desierto. Sin embargo, la tempestad no es sólo un fenómeno atmosférico. Para quien tiene la clave correcta de interpretación, es también un lenguaje religioso. Por eso el salmista, hombre de fe viva, descubre el mensaje religioso que encierra: la tempestad, símbolo de las fuerzas que la naturaleza posee, nos habla de la potencia y trascendencia de Dios, pero nos trae también un mensaje de optimismo frente a las realidades terrestres: aunque aparentemente escapen al control humano, están siempre bajo el poder de Dios que, superando la tempestad, da fuerza a su pueblo y le bendice con la paz (v. 11). Desde esta situación el salmista prorrumpe en un canto de alabanza (v. 10). Si somos capaces de alcanzar esta clave de interpretación, también nosotros podremos descubrir la presencia del Dios de la gloria que trae su bendición y su paz.

2. ANÁLISIS.

El salmo está impregnado de la grandeza y majestad de Dios que el ser humano canta sobrecogido. El salmista ha desaparecido de la escena dejando que sea ocupada toda ella por Dios, ante quien se postra para cantar la gloria del su nombre. Acercarnos, pues, al salmo debe ser para nosotros una oportunidad para vivir la misma experiencia del salmista:

A) Coinciden los distintos comentaristas en señalar la antigüedad de este salmo, "quizá el primer canto cronológico del salterio" (Ravasi), así como en mostrar su elevado contenido poético y literario: sus expresiones “son bellísimas y extraordinariamente vigorosas” (García Cordero), "pinceladas que traducen en visual lo auditivo" (A. González). En relación con esto nos encontramos la cuestión sobre el origen del poema. Ravasi recoge la hipótesis que defiende el origen cananeo: en la base del salmo estaría un canto cananeo, pero no se trató sólo de sustituir el nombre de Baal por el de Yahvé. “La operación de adaptación, de transformación y, sobre todo, de desmitificación ha sido decisiva e intensa”. De esta forma, el texto cósmico ha sido releído desde la fe yahvista, transformando al trueno en voz/palabra de Dios y confesando la realeza del único que tiene el poder, Yahvé. Precisamente estas características hacen pensar a otros autores que el origen del salmo es netamente hebreo y que se inscribe en la historia de Israel. Sea lo que sea, lo importante es señalar que el salmo ha recorrido un largo camino en el cual ha ido recibiendo distintas interpretaciones que han marcado su contenido.

B) Si analizamos su SIMBOLISMO, hemos de decir que "es al mismo tiempo simple y complejo: simple porque los ejes simbólicos dominantes son rigurosos y unitarios. Pero es complejo, porque estos ejes organizan materiales arcaicos cargados de connotaciones en la antigua literatura oriental" (G. Ravasi). Domina el simbolismo espacial de carácter cósmico que adquiere una doble dimensión: horizontal que recorre, con la tempestad, los cuatro puntos cardinales, y vertical, uniendo la corte celeste con el templo de Jerusalén. Al lado de éste se halla el simbolismo de la tempestad, perteneciente a la imaginería tradicional de la Biblia y de la literatura oriental: la tempestad reaviva la convicción de la potencia irresistible de Dios y de su intervención en favor del pueblo. Pero, como apunta un autor, en la Biblia hay un claro proceso desmitificador e historizante: la tempestad es símbolo de la acción del Dios trascendente.

C) La ESTRUCTURA del salmo, perteneciente al género hímnico, es sencilla: tras un prólogo (vv. 1-2), invitación a la alabanza, viene el cuerpo del himno (vv. 3-9b), desarrollado en tres escenas, y el epílogo (vv. 9c-11) que presenta a Yahvé sentado en su trono dominando toda la creación.

D) En cuanto al CONTENIDO podemos señalar lo siguiente:

- vv. 1-2: es la invitación a la alabanza. La escena se presenta contemporáneamente en el cielo y en el templo de Jerusalén: la asamblea celeste y la terrestre coinciden en el canto de alabanza al poder y a la gloria del Señor. Queda así claro que el protagonista, el personaje central es Yahvé, cuyo nombre aparece cuatro veces, siendo su atributo principal la gloria -kabod-, símbolo de su trascendencia;

- vv. 3-9b: es el cuerpo del himno en el que aparece clara la relación voz-trueno. La tempestad es descrita en tres escenas: los vv. 3-4 la presentan sobre las aguas, entendidas tanto como las "aguas cósmicas", símbolo del caos y de la nada, como el mar Mediterráneo sobre el que se forma la tempestad; en el v. 4 destaca la sonoridad del trueno y su despliegue maravilloso; los vv. 5-6describen la tempestad sobre los montes del norte del país con unos efectos impresionantes: arranca los cedros del Líbano, símbolos de poder y fuerza, y hace danzar, como animales enloquecidos, a los montes del Líbano y del Sarión. Con lo cual el salmista transmite una verdad religiosa: el Dios de la tempestad y del cosmos acaba con las falsas imágenes de la omnipotencia divina; en vv. 7-9b la tempestad se pierde en los desiertos meridionales, reproduciéndose en ellos la escena del terror ante el Señor de la creación;

- vv. 9c-11: retoma el marco del prólogo y une el templo celeste y el terrestre. "Este v. 9c es la clave de todo el salmo; nos conduce desde el tumulto terreno hasta el santuario del cielo, donde el coro celestial festeja el acontecimiento terrestre, reconociendo en él una manifestación de la gloria divina" (Von Rad). Por encima de la alabanza aparece el Señor, rey eterno que da fuerza a su pueblo, lo bendice y le entrega su paz como señal de bienestar, salvación, plenitud.

3. PISTAS PARA LA ORACIÓN

A) Este salmo "comienza con un ‘Gloria in excelsis’, y termina con un ‘pax in terra’” (M. García Cordero). Si el tema central es Dios, su gloria y su poder, “el salmo es también una invitación a cantar himnos de alabanza a la manifestación majestuosa de Yahvé, a elevar una plegaria de adoración y bendición al nombre del Señor".

B) También puede ser el salmo una buena ocasión para abrir los ojos y descubrir la presencia de Dios en medio de los fenómenos de la naturaleza. Sólo si tenemos los ojos de la fe bien abiertos podremos descubrir a Dios en el espejo (1Co 13,12). Es también invitación a escuchar la voz de Dios que llega de distintas maneras (Is 30, 30), pero que resuena sobre todo en el Hijo. Por eso el salmo aparece en la fiesta litúrgica del bautismo de Jesús cuando resonó potente la voz del Padre: "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco" (Mt 3, 17). Esa voz nos presenta al Hijo con las palabras de Isaías: "Éste es mi siervo a quien sostengo, mi elegido en quien me complazco" (42,1).

C) El salmo es, en fin, una llamada al abandono confiado en las manos de Dios, cuando estallen las tormentas y los truenos a nuestro alrededor. Nada podrán contra nosotros porque "el Señor se sienta sobre el aguacero; el Señor se sienta como rey eterno; el Señor da fuerza a su pueblo, el Señor bendice a su pueblo con la paz" (vv. 10-11). Por eso brota de nuestros labios "un grito unánime: ¡Gloria!”(v. 9c).

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