Caricatura



Ese es un vídeo que vi hace unos días en una página de humor. Es simpático y entretenido. Pero hay un momento especial que me llamó la atención. Si no habéis visto el vídeo todavía os aconsejo que lo hagáis ahora para que me entendáis un poco mejor.

El vídeo en sí no es que sea un alarde de originalidad ni de medios técnico. No dudo que a sus autores no les haya llevado tiempo todo el proceso de creación. Pero la pieza es ligera, amena y divertida. Grandes virtudes, no me cabe duda

Pero al verlo me llamó la atención una escena. Tras bajar a recoger el casco el soldado descubre que los enemigos han entrado en el castillo y se han hecho con él. El vigía tiene un gesto divertido. Encogerse de hombros y ponerse la camisa del enemigo. Así todo sigue igual. Los cambios no le han afectado.

Una caricatura, sin duda. Pero que al mismo tiempo me hizo pensar en el Apocalipsis. Nada menos. En las cartas que el autor escribió a las Siete Iglesias. Unas cartas que, de por sí, son una catequesis deliciosa. Pero siempre me llamó la atención de esas cartas la fuerza con la que se llama a la fidelidad, al seguimiento, a no "negociar con el enemigo". Para "Juan" el seguimiento se hace en fidelidad y coherencia. No se permite bajar el nivel.

Claro que viendo el contexto se entiende el lenguaje, y la idea. Las cosas no están tan mal como en aquel lejano tiempo. Quizás la fuerza del autor ya no sea necesaria. O si. Ya no lo sé. Pero si tengo una cosa clara, el integrismo es malo; no así la integridad. Estamos en un tiempo especial. Como diría la maldición japonesa: "estamos viviendo tiempos interesantes". Lo cual es bueno y es malo. Los católicos buscamos nuestro sitio. Probamos cosas, nos equivocamos, acertamos, buscamos en el pasado, buscamos en el futuro. Todo para seguir siendo católicos, para seguir siguiendo al que nos llama al seguimiento.

Por eso es imagen del soldado cambiando la camisa me hizo preguntarme cuántas veces cambiamos nosotros de camisa. Cuántas veces aceptamos lo que nos viene del exterior no porque sea bueno, sino por que no nos da problemas. Aunque no sea nuestro, aunque venga del enemigo, aunque sea contrario a nuestro ser. Y no me refiero sólo a los grandes temas que están en el candelero, donde se ve cristianos aceptando cosas nefastas y a otros defendiendo integristicamente (si existe la palabra) cosas que ni siquiera son nuestras (sobre todo por falta de información o de formación).

Me refiero más a las cosas pequeñas, a lo cotidiano. A esas situaciones y circunstancias en las que aceptamos lo "políticamente correcto", la moda o no sé que cosas; sin ni siquiera hacer un mínimo discernimiento. Lo hace la gente; lo hago yo. O las veces que relativizamos lo objetivo para justificarnos. Siempre me ha llamado la atención la expresión "mentira piadosa". Cómo si eso hiciera que no fuera mentira. Todo porque.... "no es tan grave", "no me complica", "así salgo del paso".

No sé si eso sirvió alguna vez. Pero me parece que la situación nos llama a otra cosa. En un momento en el que se nos pide identidad, no podemos diluirnos y desaparecer. Tenemos que insertarnos, hacernos parte de la historia, sin olvidar nunca "que estamos en el mundo, pero no somos del mundo". No podemos huir tampoco. Tenemos que ser nosotros. Con lo bueno, y con lo malo. Con el conocimiento de que el Señor está cerca de nosotros, con el conocimiento de que no todo nos sirve.

Oigamos la llamada. Seamos coherente. Empecemos por nosotros mismos. Cuanto más lo hagamos más veremos que el mundo está cambiando y siendo mejor. Sí sólo pedimos que cambie el mundo... no creo que consigamos mucho

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