Roma: día 1

Hoy he llegado a Roma, la Ciudad Eterna. Es la segunda vez que vengo. La primera fue hace unos doce años, si no me equivoco, así que es como si fuera la primera vez. Hay que reconocer que voy a pasar poco tiempo en la ciudad, ya que mañana por la mañana salgo para San  Giovanni Rotondo, que está a unos 400 km al este.

Por eso, para hoy me puse un objetivo claro. Ir a visitar a un hermano muy querido, uno de los responsables de que sea capuchino. Así que me eché a andar sin prisa viendo la ciudad. He parado en varias iglesias que me he encontrado por el camino (he de reconocer, como si esto fuera el capítulo de culpas, que hubo un momento en el que pensé; "No creo ni que el Espíritu Santo sepa cuantas iglesias, basílicas y capillas hay en la ciudad"). Algunas de ellas eran famosas como Santa María la Mayor, con la que me he tropezado sin saber que estaba en mi ruta, y mira que es grande. Otras eran más pequeñas como la Basílica Prudentina y la Abadía de San Bernardo, una capilla que era más grande que la basílica. Y así, "piano, piano", que dicen los de esta tierra, fui llegando a Via Veneto, donde está la Iglesia de la Inmaculada Concepción, que llevan los capuchinos italianos. Ante de visitar al que quería ver, me he parado a ver a otro grupo de hermanos, que tienen como misión hablar a todo el que va a visitarles de la vida, la muerte y la resurrección. Me hubiera gustado hacerle unas fotos, pero son muy tímidos y no se dejan. Si queréis verles este vídeo os puede dar una idea de su labor:



La visita ha sido breve, ya que tenía ganas de ver a mi hermano. He entrado en la iglesia, el sitio donde siempre se le puede encontrar. He llegado a su sitio y me he quedado sin palabras, sólo le he podido dar la gracias por su testimonio, por su amor a Cristo, a María y a san Francisco. Darle las gracias por enseñarnos a ser capuchinos:


Si, es la tumba de san Félix de Cantalicio. El primer santo capuchino. En ella sólo están sus restos mortales. Estoy convencido que él está en el Cielo, viendo y hablando con su libro de seis letras (cinco rojas y una blanca) y seguro que sigue discutiendo, y lanzando insultos amorosos a san Felipe Neri, como hizo por las calles de esta ciudad. Y eso sin dejar de echarnos un ojo y una mano a todos sus hermanos. 

Ha sido un rato especial. Estando allí pensé dos cosas: "Ahora estoy en casa", "ya he visto todo lo que quería ver de Roma. No sé cuánto tiempo he estado, ni siquiera recuerdo mucho de la iglesia en sí. Pero no creo que olvide ese rato. De hecho, ya tengo ganas de volver. Después de eso ha sido diferente. He visto alguna iglesia más, y varios monumentos, pero la sencillez de su capilla ha sido, sin duda, lo mejor que me puede ofrecer esta ciudad. No estaba en mis planes visitar hoy El Vaticano, eso lo haré la semana que viene, pero no creo que hoy hubiera ido allí, aunque estuviera en mi agenda.

Mañana visitaré a otro hermano que me ha llamado también la atención, pero no creo que me vaya a gustar tanto. No creo ni que a él le guste dónde está. No lo sé. Ya os lo contaré

Otra foto de la capilla

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