Gracias a los voluntarios de "El Almacén de la Ilusión"

Llevo unos cuantos días pensando como escribir esto. Las ideas han venido, han sido descartadas, algunas reformadas. Pero ahora, en el momento de escribir esto, no es que tenga muy claro lo que hay que decir en un caso así.

El mes de diciembre ha sido especial para mí. Por primera vez he visto de cerca la campaña "El Almacén de la Ilusión". Una campaña organizada por María José Bosch, desde su programa "El Calor de la Tarde", de Radio Intercontinental.

El año pasado, cómo párroco de Usera, ya tuve ocasión de conocerla, ya que un grupo de niños de la parroquia recibieron regalos provenientes de la Campaña. Pero no es lo mismo ser beneficiario que se parte. La Parroquia, y por extensión la fraternidad de Capuchinos, hemos colaborado en ella con toda la ilusión posible.

El resultado es claro. Muchos niños han conseguido regalos que de otra forma no hubiera sido posible. Hay que dar gracias a mucha gente. Ese es mi problema. Si me olvido a alguien, si excluyo a alguien, si no quiero acordarme de él por algún motivo, sé que hago un flaco favor a toda la campaña en si.

Para mi lo importante han sido dos cosas. La primera es que todos los regalos han salido y que los problemas humanos que conlleva preparar algo así no nos ha impedido volcarnos en los demás, sobre todo en los más pequeños.

Por eso el título es el que es. Los voluntarios tienen que ser, por derecho propio a los primeros a los que tengo que dar las gracias. A los que han estado mañana, tarde y noche, lo que venían después de trabajar, los que venían cuando podían, incluso a aquella madre e hija que "sólo" ayudaron a cargar el camión con destino Lorca (Murcia), ya que venían a saludarme. Todos ellos.

Pensé poner la lista de todos los nombre, que quedara constancia por escrito de su labor. Pero creo que me perdonaran por no hacerlo. Primero por el miedo a que se me olvide o traspapele algún nombre. Y segundo por que están ya más que escritos en un lugar mejor. El corazón, la ilusión y los juegos de los niños que este año han recibido regalos.

También en mi oración están. Es imposible que no agradezca a Dios su generosidad, su desinterés. Ellos me han demostrado que aquella frase de Jesús: "que tu mano derecha no sepa lo que hace tu izquierda" (Mt 6,3). No serán conocidos, no les darán el Nobel, ni siquiera los niños sabrán quienes son. Pero su labor no será olvidada. Su labor está registrada en el mejor sitio, en el secreto de Dios.

También hay que dar las gracias a las empresas, compañías e instituciones que han colaborado. Los que han puesto sus vehículos, su tiempo para recoger, traer y llevar juguetes. Sin ellos tampoco hubiera sido posible movilizar todo lo que se ha trajinado en esos días.

También a los jugueteros, almacenes, mayoristas, minoritas, particulares que han donado los juguetes, el papel, las cintas. las tijeras, el celofán y "cienes y cienes" de pequeñas cosas que se han usado. En una época de crisis dura como esta esa generosidad tiene aún más valor. Es una época en la que sobran menos cosas y dar parece más complicado. Pero ellos lo han hecho. De esta parte tengo algunos nombres, otros han preferido directamente que no se sepa su nombre. Como decía antes su nombre es conocido, su nombre es querido. Su labor apreciada por todos.

Lógicamente, en una campaña que involucra a tanta gente, ha habido algún problema. Quizás es la parte que menos gusta reconocer. Pero, como las meigas en Galicia "haberlas haylas" (que me perdonen los gallegos si lo he escrito mal). Por eso mismo soy el primero que tengo pedir perdón a todos aquellos que hayan sufrido, sentido incómodos, incluso cabreados. Si ha habido errores es señal de qué las cosas se pueden mejorar. Ese es mi compromiso personal. El año que viene estamos, estoy el primero, obligados, a aprender de nuestros errores. Tenemos que profundizar en lo que significa esta campaña, no para nosotros, no para mi ego necesitado de reconocimiento, sino para tantos niños que estos días todavía juegan gracias a la generosidad de tantos.

Pero en general mi impresión es buena. O, mejor aún, muy buena. Sin problemas puedo afirmar que va más allá. Me quedo con la alegría que vi entre los voluntarios, las risas, las canciones, el esfuerzo, el cansancio ocultado para envolver un paquete más, la preocupación de estar sin tiempo suficiente, la angustia de que faltan juguetes; el alivio de ver que aparecen de golpe muchos más para llegar a todos. Me quedo con las anécdotas simpáticas, como los varios cientos (miles, incluso) de bolígrafos que tuvimos que desenvolver el último día. Espero que por lo menos funcionen.

Me quedo con ganas de que llegue la siguiente.

Por eso acabo como empecé. GRACIAS A TODOS LO QUE LA HAN HECHO POSIBLE. Gracias de todo corazón. Mis palabras no llegan a poder decir todo el agradecimiento que siento. Por eso espero que el amor que habéis trasmitido os vuelva por cien o por mil. O más.

Tenéis más información en www.elalmacendelailusion.es

Comentarios