Salmo 27 (26) " El Señor es mi luz y mi salvación"


1. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?
2. Cuando me asaltan los malvados, para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen.
3. Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra, me siento tranquilo.
4. Una cosa pido al Señor, eso buscaré:
habitar en la casa del Señor por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor contemplando su templo.
5. Él me protegerá en su tienda el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada, me alzará sobre la roca,
6. y así levantaré la cabeza sobre el enemigo que me cerca.
En su tienda sacrificaré sacrificios de aclamación:
cantaré y tocaré para el Señor.
7. Escúchame, Señor, que te llamo, ten piedad, respóndeme.
8. Oigo en mi corazón:"Buscad mi rostro”
- Tu rostro buscaré, Señor,
9. no me escondas tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio;
no me deseches, no me abandones, Dios de mi salvación.
10. Si mi padre y mi padre me abandonan, el Señor me recogerá.
11. Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana, porque tengo enemigos.
12. No me entregues a la saña de mi adversario,
porque se levantan contra mi testigos falsos,
que respiran violencia.
13. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.
14. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.



1. AMBIENTACIÓN.


"Dios, paradójicamente, pone al mismo tiempo a sus fieles al resguardo y al descubierto. El vínculo que concilia estos dos símbolos opuestos es el templo, que a los ojos de la fe sigue siendo la tienda del éxodo. Ir al templo, al espacio de Dios, sig­nifica ser enviado al espacio del hombre, al camino del éxodo, con Dios y hacia Dios" (R. Lack). Desde aquí podemos acercarnos a este salmo aparentemente contradictorio, pero íntimamente unido. Por encima de to­das las demás aproximaciones debemos destacar la confianza, línea de fuerza del entramado del salmo. Alguien ha dicho que la confianza es la columna vertebral de todo el salmo, que da color a las partes del mismo y a todas sus articulaciones internas.

A pesar de las apariencias externas, el sal­mo es una invitación a la contemplación se­rena y confiada de quien, abandonándose en las manos de Dios, luz, salvación y defensa (v. 1), sabe que nadie ni nada podrán acechar contra él. Es, en definitiva, la oración confia­da de quien está seguro de la protección que el Señor le brinda en su tienda (v. 5). Como los israelitas, en el desierto, caminaron segu­ros bajo el amparo de Dios, el orante sabe que, en los nuevos desiertos por donde se desarrollan los nuevos éxodos, sigue vigente ese amparo divino ante el que los enemigos tropiezan y caen (v. 2).

Tal vez nos puedan ayudar a orar el sal­mo las palabras de Jeremías: "Así dice Yahvé: Maldito el hombre que confía en el hombre, que en el mortal se apoya y su corazón se aparta de Yahvé. Es como árbol en la estepa que no siente cuándo llega la dicha, porque arraiga en los lugares abrasa­dos del desierto, en tierra salobre y despo­blada. Bendito el hombre que

confía en Yahvé, en Yahvé pone su esperanza. Es como un árbol plantado junto al agua, que alarga hacia la corriente sus raíces; nada teme cuando llega el calor" (17, 5-8).

2. ANÁLISIS.

A) El primer problema que se plantean los comentaristas es el de la unidad o diversidad.Todos admiten la existencia de dos partes en el salmo. Para algunos esto habla­ría de salmos distintos unificados artificial­mente por liturgistas del templo. En cual­quier caso para nosotros es suficiente saber que “las dos partes se han transmitido como una sola pieza y de aquí todo el esfuerzo de entenderla como tal” (A. Gonzá­lez). Ya apuntábamos antes que la confian­za absoluta en Yahvé y el templo como lugar de la presencia salvadora y protectora de Dios son elementos que unifican la su­cesión de emociones y sentimientos. Se tra­ta, pues, de que "el salmista pasa por dos estados espirituales opuestos según que se dirija a los hombres (vv. 1-6) o a Dios (vv. 7-13). Tranquilo ante los hombres y teme­roso ante Dios" (R. Lack).

B) Todo el salmo gira sobre dos símbolos fundamentales: la guerra ofensiva y el refu­gio protector. Si analizamos detenidamente el salmo, nos encontramos con el asalto violento de un poderoso ejército en la pri­mera parte (vv. 2-3), mientras en la segunda aparece una emboscada traicionera con ma­tices militares y jurídicos (vv. 11-12). Frente a estos ataques aparece el segundo simbo­lismo: el del refugio, también presente en ambas partes (vv. 5.9-10): el Señor prote­gerá al orante defendiéndolo en su tienda, escondiéndolo en lo más recóndito de su casa, recogiéndolo junto a sí. Así adquiere toda su fuerza el templo, núcleo temático que dirige las dos partes del salmo. Pode­mos señalar, a este respecto, el vocabulario empleado para referirse al templo: el v. 4 lo denomina casa, "signo de la presencia espa­cial de Dios" y relacionado con la idea mo­nárquica del templo; en el v. 5 aparece como tienda con referencias a la marcha por el desierto: "lugar en el que Dios mora­ba como nómada con su pueblo nómada" (Ravasi). Es en el templo donde el orante encuentra la garantía para su sólida con­fianza, triunfal en la primera parte y supli­cante en la segunda.

C) También puede ayudar a profundizar el salmo estudiar la estructura del mismo. Apuntamos simplemente la simetría que  Ravasi ve en la distribución de las dos par­tes. Sería un buen ejercicio leer los versícu­los distribuidos así: v. l y v.7; vv. 2-3 y 8-11; vv. 4-5 y 12; v. 6 y 13.

D) Si profundizamos en el contenido, te­nemos lo siguiente:

- v. 1: es la guía de todo el salmo. Dios es LUZ, lo cual es tanto como decir alegría, vida; SALVACIÓN, es decir, fuerza libera­dora; DEFENSA, o sea, poderoso baluarte. ¿A quién temer con este Dios de su parte?;

- vv. 2-3: contra ese baluarte se destrozan los ataques de un ejército destructor o de fieras salvajes. No sólo no podrán nada contra el orante, sino que además tropeza­rán y caerán;

- vv. 4-5: es un soliloquio del salmista que comprende que su salvación está en habitar en la casa del Señor, en saborear la alegría de estar bajo el mismo techo de Dios y en gozar de su dulzura en el templo, esto es, tener la experiencia maravillosa de la manifestación de Dios. Ahí encuentra el salmista más fuerza que si descansara sobre una roca;

- v. 6: nueva profesión de confianza en el Señor que, además de librarle del enemigo, permite al orante entrar en su templo para proclamar su confianza en el culto;
- v. 7: comienza la segunda parte cargada de temor, pero límpidamente iluminada por la confianza: es una llamada urgente al Dios liberador mientras en torno al orante se extiende el vacío y la soledad;

- vv. 8-11: nuevamente el orante, en una autoexhortación, formula su decisión de buscar el rostro de Dios, señal de su salva­ción. "En el lenguaje bíblico sapiencial ‘buscar la faz de Yahvé’ equivale a suspirar por su protección y, al contrario, ‘ocultar su faz’ equivale a negar el auxilio pedido" (M. García Cordero). La oración alcanza su má­xima expresión en el v. 10: el amor de Dios supera todos los modelos de amor, incluido el paterno y materno. Por eso puede con­cluir con una petición directa: "Muéstrame tu camino" (v. 11), expresando así el anhelo de caminar por la senda llana frente a la hostilidad de los enemigos que se manifies­ta en súbitos ataques y testimonios falsos;

- v. 13: aparece la actitud fundamental del salmo: la confianza, la esperanza: "grito de confianza centrado en la bondad del Se­ñor" (Ravasi);

- v. 14: para unos sería una autoexhorta­ción del orante a sí mismo; para otros sería el oráculo sacerdotal que garantiza la ora­ción del salmista (Alonso Schökel); en cambio otros ven una exhortación del oran­te a los demás: igual que él ha encontrado la ayuda, también ellos pueden alcanzarla. En cualquier caso es "una calurosa llamada a la esperanza en Dios, único sentido de la vida, cuando ésta está llena de oscuridad y persecución" (Ravasi).

3. PISTAS PARA LA ORACIÓN.

A)Podemos orar el salmo a la luz de otros textos bíblicos. Por ejemplo, si el orante encuentra en el templo la manifesta­ción suprema del auxilio y protección de Dios, el cristiano debe tener presente 1Co 3, 16-17: “¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?". La certeza de que Dios es luz, salvación, defensa, nos ]leva a proclamar con Rm 8,31: "Si Dios está con nosotros 6quién estará contra nosotros?". Se abre así ante nuestros ojos un horizonte en el que ninguna dificultad debe hacernos temblar, porque "te basta mi gracia, pues mi poder triunfa en la flaqueza" (2Cor 12,19).

B) Caben otras lecturas del salmo, como la que hace R. Lack, para quien el salmo es una llamada al justo equilibrio entre con­templación (v. 4) y acción (v. 11) o la que hace Javier Garrido que considera al salmo como modelo del camino de la oración: tras un período de dulzura (vv. 1-6) hay que enfrentarse al camino de la prueba y la ari­dez (vv. 7-13) que lleva a la esperanza, el abandono, la confianza donde está la forta­leza (v. 14).

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