Ha pasado un mes de la JMJ

Cómo pasa el tiempo. Me acabo de dar cuenta que hoy hace un mes que finalizó la Jornada Mundial de la Juventud.

Y parece un buen momento para dar mi opinión. En este blog apenas ha aparecido información sobre tal evento. No ha sido premeditado, pero el no saber qué era una JMJ o WYD (en inglés) no me ayudaba a hablar sobre ella. Wittgenstien tenía razón cuando decía: "De lo que no se sabe, mejor no hablar".

Si os digo la verdad la JMJ me pilló por sorpresa, aunque parezca mentira. Pensaba que me iba a tocar de lejos, ya que el año pasado, por estas fechas todavía me encontraba en Vigo. Luego vino el traslado a Usera y fue cuando me encontré con algo que llevaba un largo rodaje, y sobre la que no había leído nada.

Por eso la primera reacción fue la frialdad. No le veía mucho futuro a un evento de ese tipo. Unido a que nunca me han gustado las misas presididas por el Papa. Yo prefiero las misas de poca gente, donde se puede llevar un ritmo y unas formas diferentes.

Los primeros meses fueron pasando intentando quedarme al margen del tema. Pero la realidad se me impuso. La Parroquia del Sagrado Corazón es la más grande del barrió. Si algún sitio podía acoger con comodidad una catequesis de obispo era la nuestra.

Pasé del escepticismo a tener que organizar las cosas necesarias para los jóvenes que llegaran. Una de las cosas que más me convencieron de ello fue la insistencia que hicieron desde la organización de que la JMJ no era el encuentro con el Papa, sino los días previos, las catequesis. El encuentro con el Papa era el evento final de unos días que tenían que ser intensos para los jóvenes.

Empiezan las reuniones, la búsqueda de lo necesario, a detectar los problemas que teníamos (¿cómo podíamos dar de beber a 600 o más personas si sólo hay tres grifos en la parroquia?). Poco a poco se iba acercando la fecha de inicio y no había muchas cosas. De hecho no sabía ni qué obispos venían. Sólo tenía tres apellidos: Murphy, Burns y Baylon. El tercero fue fácil de identificar, pero los dos primeros fueron más difíciles. Había varios obispos con el mismo apellido

Me pareció una lucha contra Murphy y su ley. Pero con la confianza puesta en su sitio, es decir, en Dios; las cosas pueden salir bien. Cinco días antes del inicio de las catequesis me dicen que tengo que repartir desayunos, cosa que no estaba prevista, y para la que no había sitio ni personas que los pudieran repartir. Tres días antes se rompe el micrófono del altar. Dos días antes pasamos más de 24 horas sin agua. Dos días antes no había contactado con dos de los obispos. El día anterior todavía no sabía nada de uno de ellos. También me informan ese día que una religiosa que nos iba a ayudar con el tema sanitario enfermó.

Pero las cosas se fueron  solucionando sin mayores problemas. La avería era poca cosa. Lo de los desayunos fue suprimido. Los obispos se pusieron en contacto y pudimos coordinarnos. Los voluntarios (sin ellos hubiera sido imposible) se volcaron en preparar todo. La gente de la ECY-NSYA, el grupo de animación de Filipinas nos quittaron gran parte de los problemas con su esfuerzo y trabajo impagables. Todo estaba preparado.

El miércoles estábamos a las 8 de la  mañana preparado para lo que pudiera venir, aún sin saber que nos iba a venir. Llegó el grupo de animación filipino. El ordenador preparado con la pantalla, los micros dispuestos. Y el obispo que llega por sorpresa. Monseñor Murphy, de Rockville Center, Estados Unidos. Chapurreando español y con una sonrisa perenne en la cara. Había empezado la JMJ

Algunas fotos

Primer día (pulsa en la foto para verlas)

JMJ Primer día

Segundo día (pulsa en la foto para verlas)


JMJ Segundo día

Tercer día (pulsa en la foto para verlas)

JMJ Tercer día

Tengo que reconocer que no escuché las catequesis enteras. Estaba de un lado para otro. Pero si tengo algo claro es que si hubiera sido un peregrino más no hubiera disfrutado tanto como lo hice. Estar los tres días acogiendo gente de Filipinas, Guam, Malasia, Indonesia, Estados Unidos, Canada, India, Arabia Saudí y otros lugares, ha sido lo mejor que me ha podido pasar.

Vivir las catequesis me ha hecho cambiar la idea que tenía. Ahora doy gracias a Dios por haber podido compartir esos momentos de fe con gente de sitios tan diversos. Su oración, su alegría, su silencio, sus preguntas, sus sonrisas, sus chistes, etc; han sido una oportunidad de compartir la fe y de aprender. Quizás por eso el mejor momento para mí fue celebrar el sacramento de la reconciliación, pero como penitente. Y fue curioso. Mi inglés no es bueno y a veces me traicionaba mucho. Pero no en ese momento. Dije lo que quería decir sin dudar, las palabras salían sin problemas. Y el sacerdote canadiense me acogió con cariño. Eso lo sentí.

Por eso aquí y ahora tengo que dar gracias a Dios por estos tres días. Fueron agotadores. Pero excepcionales. Y vi que a la gente también les gusto. Los tres obispos se volcaron en acercase a los jóvenes, a sus problemas, a su realidad, a su lenguaje. Los chistes no faltaron para hacer más ameno ese momento catequético. Y ahora que nadie nos oye, tengo que reconocer que me gustaron más que algún obispo español que conozco.

Nada negativo que decir de los tres días que compartimos en la parroquia. Y por supuesto sin olvidar a la gente de la parroquia. A los que colaboraron comprando agua, a los que ayudaron económicamente a compar agua. A lo que aceptaron que el horario de la parroquia esos días iba a ser diferente. A los que compartieron la Eucaristía sin saber inglés para estar con gente de otros países. A los que estuvieron los tres días dando agua, acogiendo, ayudando, sonriendo. No voy a decir ningún nombre porque tengo miedo de que se me olvide alguno. Sin ellos hubiera sido imposible. Gracias a todos vosotros.

Y para acabar una frase que me dije cuando salía para descansar con mi familia: "A Río le han puesto el nivel muy alto. Me gustaría estar para verlo"

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