Ruega por nosotros, hermano Gerardo

Esta mañana me he enterado del fallecimiento de uno de esos frailes que me han dejado huella. Gerardo Alonso (Cipriano de bautismo). Un fraile sencillo y austero, pero que siempre tuvo un gran sentido del humor.

Le conocí hace unos 16 años, cuando yo todavía no era fraile. Era la primera vez que visitaba nuestro convento de Montehano, en Cantabría. Le recuerdo sentado a la derecha del superior, callado, con una barba que desafiaba la mirada. Esa fue la primera impresión. Luego supe que su sentido del humor era de los mejores y que era capaz de reírse de las bromas o hacerlas muy buenas. Pero mi timidez, durante mucho tiempo, se fijó más en su aparente seriedad. Recuerdo que en una de las comidas uno de los jóvenes que habíamos ido a una convivencia se levantó de la mesa arrastrando la silla. Soltó un "¡Semilla, que ya hay surco!". También era frecuente oírle decir "¡barullo, barullo!" cuando la conversación subía de tono.

Un hombre entregado y servicial, con setenta y dos años de vida religiosa a su espalda. Una vida entregada desde el principio, incluso cuando tuvo que repetir el noviciado, ya que tuvo que esconderse para evitar su muerte en la Guerra Civil. Hombre culto, era doctor de Derecho por la Gregoriana de Roma (1948), que siempre puso al servicio de todos, tanto como profesor en el Teologado de León, donde fue ejerció durante nueve años (del 48 al 57) . Servicio que compaginó con ser el Director del filosofado de Montehano (52) y el Teologado de León durante tres años( 54 al 57) y , antes de pasar al recién inaugurado convento de Santa Marta, del que fue el primer superior y director de los dos estudiantados.

Tuvo una pausa de tres años (del 57 al 60), pero poca; ya que durante esos años fue el superior de nuestra Fraternidad de Jesús de Medinaceli, en Madrid. Volvió a León donde alternó el ser profesor con ser el ecónomo de una fraternidad muy grande, más una colaboración semanal en la emisora "La Voz de León".

No acabó ahí su servicio ya que durante nueve años fue el Secretario Provincial y, después superior de El Pardo, durante 6 años,  y Montehano, donde llegó en 1984. Hasta el 2008 sería su residencia.

Hombre servicial siempre fue el primero que iba a trabajar en las huertas de los conventos. Recuerdo en especial haberle visto con sus setenta y tantos años con mono o con un mandil sobre el hábito haciendo de todo. Sembrar kiwis, lechugas, patatas... lo que hiciera falta. Por supuesto, también participaba en la recolección. Y en la construcción. Antes de que yo le conociera construyó, con la ayuda de los novicios el redil de las ovejas de Montehano y una pared que protege una de las huertas del convento. Vista la calidad ambas cosas estarán en pie durante muchos años.

Además fue un hombre de piedra. A pesar de los problemas de salud, sobre todo al final de su estancia de Montehano, nunca le vi quejarse, y siempre le vi intentando hacer lo que siempre hizo. Al final la enfermedad pudo con él. Su situación hizo que se viera necesario su traslado a la Enfermería de Madrid, donde ha estado estos últimos años. Poco a poco la enfermedad se fue agravando. Tanto que pienso que el dolor tuvo que ser muy fuerte para verle quejarse.

El hno. Gerardo en Montehano. Junto a él está el Hno. Benjamín
Pero eso ha pasado. Ya está en la casa del Padre. Seguro que Jesús le ha preparado una morada con vistas al mar, como aquel que tanto disfrutó en Cantabria. Desde allí seguirá siendo el que sirva, pidiendo por todos nosotros. Hermano, descansa en paz. Te lo has ganado. Pide por nosotros

Comentarios

  1. Emilio: paz y bien.

    Me han gustado mucho tus palabras y doy fe de que son verdaderas. Tenemos otro hermano en el cielo. Un abrazo y gracias.

    Víctor

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