Una historia para pensar: Buscando la Felicidad

Los jóvenes de Usera, como grupo llamado "Alverna" prepararon hace unas semanas una pequeña hoja parroquial. Ya publiqué algo que no pudo salir por el tema de que estaba en color. Pero, no sé porqué, se me olvidó publicar esta historia.

También había una sopa de letras. Pero no consigo que suba sin que pierda su forma.

Sea como fuere os dejo la historia preparada por Pablo González. Gracias a él.

PRIMER DÍA: Me despierto, todo parece normal, un día más, pero sin embargo, tengo una extraña sensación, siempre me han dicho que lo importante en la vida es ser realmente feliz, pero no sé si lo soy, a sí que decido no perder más el tiempo y salir en busca de la felicidad.
Cuando llego a la calle, un hombre me pide algo para comer, pero tengo demasiada prisa para atenderle, pues mi misión no es sencilla, así que sigo mi camino.
SEGUNDO DÍA: Hoy me despierto más pronto que de costumbre, ayer la búsqueda resultó infructuosa, por lo que no he dormido demasiado bien, está amaneciendo, siempre me han gustado los amaneceres, pero si me quedo contemplándolo quizá pierda la oportunidad de ser feliz, desayuno y vuelvo a mi tarea.
TERCER DÍA: Tampoco ayer lo conseguí, pero aun no he perdido la esperanza, voy a trabajar, allí mi mejor amigo me propone ir con él a tomar un café, pero le digo que no, no puedo perder el tiempo con tonterías, todavía ni siquiera estoy cerca de ser feliz.
CUARTO DÍA: Recibo una llamada de mi novia, ¡cuánto llevaba sin hablar con ella!, la noto muy enfadada, me dice que ayer me estuvo esperando para cenar, estaba tan concentrado en mi misión que olvidé nuestra cita, me cuelga el teléfono, cuando voy a volver a llamarla me doy cuenta de que no puedo permitirme dedicarla tanto tiempo, la felicidad espera.
QUINTO DIA: Pensaba que sería más sencillo ser feliz, cuando veo a las madres paseando a sus hijos por la calle, cuando veo a dos pájaros volando a la par por el cielo, cuando veo a los niños jugando en el parque, cuando veo a unos jóvenes charlando amistosamente, creo que soy el único que no es feliz. Me doy cuenta de que llevo varios minutos pensando en esto, por lo que rápidamente vuelvo a mi búsqueda.
SEXTO DÍA: Salgo de casa, me encuentro al vagabundo que todos los días me pide ayuda, pero voy tarde.
Voy a casa de mi hermano para contarle que no consigo mi propósito, allí mi sobrino me pregunta si quiero jugar con él, pero eso me llevaría demasiado tiempo. Para cuando quiero darme cuenta, llevo mucho rato charlando con mi hermano, por lo que me voy rápido de su casa, debo seguir buscando.
SÉPTIMO DÍA: Empiezo a perder las esperanzas de poder llegar a ser feliz, tal vez la capacidad de ser feliz sea algo con lo que nacemos, al igual que la belleza o la inteligencia, si es así, he sido bastante desgraciado en ese sentido, creo que jamás lo conseguiré.
Decido escuchar mi canción favorita, cuando voy a encender el reproductor me doy cuenta de que es un lujo que no me puedo permitir, esto me alejaría de mi cometido.
OCTAVO DÍA: Salgo al jardín, allí me tumbo en el césped que el jardinero se ocupa de mantener pulcro y cuidado, cuando apenas he sentido su roce en la piel me levanto casi por instinto y comienzo mi rutina en busca de la tan ansiada felicidad, sin ni siquiera ilusión por encontrarla.
NOVENO DÍA: Si antes aún me quedaba una llama de esperanza por ser feliz, ahora esta es tan solo un débil resplandor. Salgo muy desanimado a la calle, me fijo en que todo el mundo camina con una sonrisa, lo que logra irritarme, me doy la vuelta enfadado y vuelvo a mi casa.
DÉCIMO DÍA: Me despierto temprano, el sol apenas está comenzando a alzarse en el cielo, abro la ventana y mientras la suave brisa me acaricia la cara contemplo el vuelo de los pájaros con un bello amanecer de fondo, salgo a mí jardín, donde al tumbarme en la hierba siento su leve tacto, estoy escuchando una maravillosa canción, parándome a pensar, algo que llevaba años sin hacer.
Inicio mi camino hacia el trabajo cuando, como de costumbre, se cruza en mi camino el pobre mendigo que diariamente me pide ayuda, me paro a su lado, le acompaño a un restaurante, le invito a una comida y le doy algo de dinero.
En el descanso del trabajo voy con mi amigo a tomar un café, él consigue hacerme reír con alguno de sus chistes.
Decido volver a visitar a mi hermano, de camino a su casa, me encuentro a unos niños jugando y bromeando, lo que hace que una sonrisa aparezca en mi cara. Él y yo charlamos tranquila y despreocupadamente después de haber jugado al fútbol con su hijo.
Llamo a mi novia, la pido perdón, ceno con ella, la recuerdo lo mucho que la quiero y la dejo en su casa. De repente me invade una profunda sensación de satisfacción, creo que mi vida tiene sentido, sin sentirme triste, estoy a punto de llorar, no sé que es, pero es maravilloso, una sonrisa se dibuja en mi rostro.
De repente, me acuerdo de mi misión, y... sigo buscando.

“A veces la felicidad está mucho más cerca de lo que pensamos, debemos buscarla en las cosas sencillas de cada día y evitar que, su propia búsqueda nos impida disfrutarla”

Comentarios