El Imperio Romano

Hay un tema que me ha tenido bloqueado durante una temporada. No sabía como enfrentarlo pero, al mismo tiempo, no me lo podía sacar de la cabeza. De hecho no sé que saldrá, ni qué pensaréis de ello.

El logo del Imperio
Pero esta tarde me di cuenta de cuál era la imagen que estaba buscando. Y es la imagen del Imperio Romano. Cuando estaba en el Instituto y en Seminario de El Pardo fue un tema que me cautivó. No sirvo para historiador, pero esa época de la historia lo tiene todo. Son cuatro siglos en los que resulta difícil aburrirse. Por un lado la expansión militar. Las legiones. Imparables, implacables. Extendieron el poder de una ciudad más allá de las fronteras naturales formando un sólo país que rodeaba el Mar Mediterráneo (Mare Nostrum, "Nuestro Mar"... modestos no eran los hijos de la loba capitolina).

Trajano
Los Emperadores, con Trajano (por eso de ser español) a la cabeza, seguido de César, que sin serlo vivió como tal, Augusto, el que convirtió la República en algo nuevo (y copiado por Palpatine, aunque eso es otra historia), Adriano, la mayor expansión. Otros no tan buenos como Decio y Diocleciano, Juliano, con su deseo de volver atrás, Calígula, con su caballo senador (y mira que Gil y Gil lo intentó). Constantino, Teodosio. Un montón de historias en la que hubo de todo.

Personajes como Tito, Bruto, Vincegeratorix (con Axterix y Obelix a su sombra), los numantinos, Viriato y Aníbal. Con un abanico de actitudes aún mayor: El "bello francés" (el latín nunca fue lo mío), estrategias que siguen estudiándose; el "Roma no paga a traidores" que enardecía ni incipiente españolismo de aquellos años; el "Tu quoque fili mi" de César a su hijo Bruto; el circo y los leones; los gladiadores y las cuadrigas (no olvidaré la escena de Ben-Hur. Escipión el Africano y Tito, con sus hijos detrás, que aplastaron todo intento de ir contra Roma.

Y más tarde, cuando ya estaba en Salamanca, estudiando una nueva faceta que enriquecía más aún mis ansias romanas. Las persecuciones, los mártires, las catacumbas, el "Latrocinio de Éfeso" (cuando unos obispos dieron una paliza a otro a base de "baculazos"), los concilios y las herejías. El pescador que cambia de profesión y de ciudad, el predicador perseguido, el silencioso patriarca y la entregada madre. Reyes, pastores y cruces.

Todo en la misma época; todo en el mismo entorno; el mar de ellos testigo de todo, con sus frágiles trirremes surcando frágiles sus olas.

Y no sigo, que podría estar mucho más tiempo recordando.

Y me sirve porque, a pesar de que han pasado cerca de 2000 años de su caída. Aún se pueden encontrar paralelismos (muy libres eso sí) con nuestro tiempo presente.

Por un lado, lo más fácil de lo que se puede hablar. Un tema, tristemente de moda: la de atacar todo lo que supone ser cristiano. Es triste ver cómo se repiten los argumentos y los ataques. Parece que no hemos aprendido. Y la Iglesia, como institución humana que es, algo de responsabilidad tendrá. Pero al mismo tiempo uno se asombra de la terrible ignorancia que hay sobre lo qué es la Iglesia. Y sobre todo lo que Jesús quiso. Parece que la Iglesia es sólo pedofilia y dinero. Por eso estoy tranquilo. Ya ni siembran la polémica que hace unos años hacía hablar a propios y extraños. Los ataques, aunque sean preocupantes, ya resultan un tanto "cansinos". Siempre son los mismos argumentos. Ya podían ser algo más originales, ¡caramba!

Y digo que no estoy "preocupado" porque hay hermanos nuestros que lo pasan peor. Personas, con nombre y apellido y una biografía de búsqueda de Dios que tienen que ocultar su fe, ya que cambiar de religión conlleva la muerte. Igualito que nuestros problemas (aunque lo sean, que pueden serlo).

Por eso digo que es el tema fácil. Todo el mundo habla de ello, no me opongo. Fue curioso enterarme de una de esas noticias que tendría que sorprender, pero que, después de todo lo visto, ya no me dice nada. En Madrid están intentando organizar una "procesión atea". Con pasos y todos. Con nombres bastante vulgares. De hecho busqué el nombre de una de las "cofradías" participantes. Sólo encontré resultados en páginas de opinión de ámbito cristiano. Me pareció curioso... los únicos que hacen publicidad son los atacados. Todo el mundo habla y opina.

Otro aspecto que siempre me llamó la atención del mundo romano fue el tema de las herejías. En una Iglesia en expansión, que se está definiendo, que trata de comprender a fondo lo revelado, que quiere llegar al fondo de todo, es fácil que se cometan errores… que tratando de ayudar a otros se pongan ropajes a Cristo que no son suyos. Ha pasado muchas veces a lo largo de la historia. Creo que entra dentro de la lógica humana. Los únicos que no se equivocan nunca de camino son aquellos que no se mueven.

Herejías hay para todos los gustos: algunas muy conocidas, como la de los cátaros, nestorianismo, donatismo... nombres que recuerdan a sus fundadores. Otras de las que apenas se sabe el nombre, al ser muy locales y de "poca" importancia.

Hay dos que me llamaron siempre la atención: El arrianismo y el gnosticismo.

Arrio era un sacerdote de Alejandría, cuna de santos y de herejes. No creo que se enterara de la que montó (a lo mejor sí). Pero su idea de la relación entre las personas de la Trinidad fue una de las más discutidas de la antigüedad, junto con la de Nestorio. Resumiendo: para Arrio Cristo fue la primera criatura. Fue creado con atributos divinos. Pero no era Dios. Por su culpa tenemos el Credo ("Y en un solo Señor Jesucristo, Hijo Unigénito de Dios, engendrado del Padre antes de todos los siglos, Dios de Dios, Luz de Luz, verdadero Dios de Dios verdadero, engendrado, no hecho, consubstancial con el Padre; por el cual todas las cosas fueron hechas" (Credo Niceno, año 325).

San Atanasio
La discusión no fue nada fácil. No se sabía si Arrio tenía razón o no. Tanto que, entre el 325 y el 671, fue condenado y absuelto en varias ocasiones. En Occidente sobrevivió hasta el siglo VII debido a que muchos de los pueblos no romanos fueron evangelizados por seguidores de esta doctrina. En Oriente fue una discusión religiosa y política. Hubo emperadores a favor y en contra. Lo mismo pasó con los obispos. Tanto que hubo unas décadas en la que la ortodoxia era el arrianismo y el Trinitarismo la herejía. Santos Padres como San Atanasio de Antioquía o San Basilio sufrieron persecución y exilio hasta que, más o menos se solucionó el tema en el Concilio de Constantinopla y la creación del término "homoousios" (consustancial, de la misma naturaleza) y consiguiéramos el "Credo largo", el Nicenoconstantinopolitano ("Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz. Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho).

Hoy en día el arriarismo, junto con el nestorianismo (dos personas, dos naturalezas), son una tentación constante. De hecho algún teólogo ha sido acusado recientemente de eso. Hay un punto que sí me hace tener presente el tema de Arrio y compañía. En la actualidad hay un buen número de páginas católicas, lo cual es bueno. Pero el problema que yo detecto es la línea editorial que mantienen. Son, sin duda, expresión de lo que está pasando en la iglesia europea. Una línea muy aferrada a la jerarquía, a la tradición, a la fidelidad.

De por sí eso no es malo. El problema que detecto es el cierre a la novedad, a la búsqueda. Cuando algo sale de esa órbita es mal visto, criticado, tachado de no-cristiano, por decirlo de manera fina. La fidelidad y la comunión son valores a defender. Pero también lo es el buscar nuevas respuestas y nuevos medios en un mundo que es nuevo. Además, un miedo personal que tengo, es lo que le pasó a la Iglesia antigua con el arrianismo, pero al revés. Tanto defender lo que se considera la bueno y lo nacido de la tradición (el arrianismo no es una seca nacida de la nada, sino que tiene un contexto de tradición), puede provocar que lo que es realmente es Jesús quede fuera de la "ortodoxia". Que por no contrastar la nueva información ni nos demos cuenta de que ya no seguimos a Jesús. Que los que profundizan sobre el verdadero Jesús sean los condenados, los heréticos, los que reciben todos los castigos.

Tampoco digo que todo sirva. Pero no podemos premiar al que quiere profundizar con castigos y prohibiciones. Los obispos arrianos se equivocaron. No creo que lo hicieran por maldad. Lo hicieron porque pensaban que era lo correcto. De haber triunfado esa visión la Iglesia no sería como ahora la conocemos. En gran medida, la situación la salvó el pueblo fiel, los simples creyentes que permanecieron fieles a la fe verdadera.

Otra herejía del Imperio Romano que siempre me llamó la atención fue la gnosis. Si la de Arrio está bien definida, la gnosis es más un comportamiento que un grupo concreto. Gnosis es una palabra griega que significa "conocimiento". Lo propio de estos grupos era que el conocimiento de las realidades, tanto la material como la espiritual llevan al Conocimiento (con mayúscula), a Dios. Y sólo unos pocos iniciados, una élite intelectual eran los auténticos. El resto eran paganos.

La Iglesia siempre se opuso a esta vertiente por una razón muy obvia: la salvación de Dios es una oferta a todos, todos la pueden alcanzar, no sólo unos pocos. Aunque los primeros grupos surgieron en Egipto, Alejandría sobre todo (el "Evangelio de Judas" que fue publicado hace unos meses es un ejemplo de esa gnóstica egipcia), se pueden detectar a lo largo de la historia grupos que mantenían, con particularidades propias, la gnosis como base. Los cátaros y albigenses de la Edad Media son uno de los grupos más conocidos. Dan Brown podría ser un ejemplo de gnóstico moderno, con su libro "El Código Da Vinci", donde los iniciados en el grupo pueden encontrarse con Dios de una forma muy concreta.

Es otro de los riegsos que tenemos en el tiempo presente. Frente a una masa que se deja llevar los que tienen "la experiencia de Dios" son los elegidos, los que pueden hablar y decidir lo que es bueno o malo. Antes hablaba de las páginas católicas. Hace unos meses entré en una discusión en la que se hablaba de un grupo musical católico (en este enlace). Desde entonces más que las noticias leo los comentarios que dejan la gente.

La mayoría son favorables a la línea editorial de la página (no me gusta, pero la respeto). Pero en cada noticia siempre hay un grupo de comentarios que pretenden sentar cátedra. Lo que más me sorprende es la intolerancia, la devoción (desmedida) a la jerarquía y la intransigencia ante nuevas ideas y nuevos medios. Como decía antes, no todo vale; pero no todo lo nuevo es malo. Algunos incluso corregían la plana a los obispos que buscaban nuevas formas o que, por lo menos, dejan margen para una nueva expresión. Por supuesto, otros son "excomulgados" por el simple hecho de no pensar como ellos. Otros más que eso por actuar de forma diferente. Más de una vez he pensado que si sólo se quedaran en la Iglesia los que a ellos le gustaría... pocos habría. Si los que piensan diferente, los que tienen como centro una experiencia de Dios y de Jesús lícita pero diferente, los que se equivocan, los que no saben, los que investigan cosas nuevas... son expulsados, la Iglesia se convertiría en una gnosis. En una élite espiritual y moral. El resto seríamos... nada. Pero no sería la Iglesia que quería Jesús, aquella de la que San Pablo dijo que no tenía ni sabios ni doctores. Aquella la necedad del mundo elegida por Dios.

Tampoco digo que deba haber una manga ancha en la que todo sirva y todo tenga validez. No todas las cosas que se dicen de Cristo sirven o son válidas. No todas las formas de vida que se pueden llevar son las que siguen al Maestro Jesús. Pero tampoco podemos cerrarnos a unas pocas ideas o formas... "El Espíritu sopla donde quiere" (cf. Jn 3).

Y del Imperio Romano hay una incógnita que nunca podré resolver. Y es la parte que no recoge ningún tratado, ni ningún Padre de la Iglesia, ni ningún martirologio. Y es la vida de la gente sencilla. De cristianos anónimos que no fueron martirizados, que no escribieron, que no destacaron. Aquellos enamorados de Cristo que "simplemente" vivieron su vida según los parámetros del Amor. Los que "sólo" podían amar a los suyos, que "sólo" podían ayudar a los de su pueblo o vecindad. Aquellos, que cómo hoy, vivían según esa forma especial de vida. Que hacían lo que podían, con sus gozos y esperanzas, con sus virtudes y sus errores. Una gran mayoría, como lo es hoy.

Una mayoría llamada, eso sí, a dar un testimonio concreto y sincero de lo que supone Jesús. Una mayoría que confirma lo que san Pablo le dijo a Timoteo: "La Palabra de Dios no puede ser encadenada"

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