Escribiendo al Camarada Presidente

El pasado 25 de junio era día de fiesta en Venezuela. No recuerdo que es lo que se celebraba. Pero en el Panteón Nacional, que está muy cerca del convento donde estoy se iba a realizar un evento previsto a las 10 de la mañana.

Ya que estaba cerca y no tenía nada que hacer me acerqué. No todos los días se puede ver a dos presidentes de gobierno relativamente cerca de ti. No soy mucho de masas y multitud, pero , como dicen en estas tierras, "me provocó" acercarme a ver el ambiente. Llegué hacia las 9 y media. Y la plaza estaba cerrada al público, pero los bordes de la misma estaba habilitada para la gente. Me extrañó que no hubiera gente. Pero pude coger un buen sitio desde el que pude ver toda los preparativos del encuentro. Me fui a las 12 y cuatro y el evento no había empezado. Pero ese es otro tema.

Me impresionó ver a la gente que iba llegando. Oía sus conversaciones, sus vestiduras, sus banderas, gorras y "franelas" pro-Chavez. No voy a juzgar ni a opinar. Ese día llegaban los restos simbólicos de Manuela Saenz, una de las amantes del Padre de la Patria (murió de difteria, por lo que fue incinerada con todas sus posesiones). Dos urnas de tierra venían desde Perú para ser colocadas en el Panteón Nacional, donde no están ni la esposa ni los hijos de Simón de la Santísima Trinidad Bolivar y Palacios (me enteré hace poco del nombre completo), que descansan en la Catedral. Tampoco voy a opinar.

Pude ver los ensayos de las cadetes de la Guardia Presidencial y de otros cuerpos del ejercito que estaban en la plaza. Eran todas chicas jóvenes, supongo que para homenajear a la nueva "generala". Hubo un momento simpático cuando una de las oficiales (creo, nunca he entendido de rangos militares) les dijo a las cadetes que para hacer las rutinas de movimiento tenían que usar "la memoria cultural"; lo dijo dos veces, si lo hubiera dicho una no me lo hubiera creído. Otros dos sorpresas fue ver como repartían agua al público asistente, cosa que agradecí, hacía calor; y también comida a los distintos grupos organizados.

Pero lo mejor fue cuando se acercó una señorita a la zona donde estaba pidiendo cartas para el Presidente. Me sorprendió, pero me contaron que es algo habitual cada vez que Chavez organiza algo. No sé el destino de las cartas, no sé la utilidad de las mismas. Pero tiene algo que no es habitual en España. Las pocas veces que he estado en presencia de figuras políticas españolas, no muchas todo hay que decirlo, no he visto nada similar. De hecho las imágenes que se ven en televisión son más de querer saludar que de querer entregar algo.

En España hay pocos políticos que me caigan bien, pero ese gesto del presidente venezolano de acercarse a la gente es algo en lo que gana a los nuestros. Parece que los políticos se han alejado de nuestras necesidades y prefieren ocuparse de ganar y no perder votos. Algo tan sencillo como intercambiar un trozo de papel hace que una figura, te caiga bien o te caiga mal parezca más humana. Es posible y lícito hacer segundas lecturas. Pero hay algo que tengo muy claro: ¡Ojalá los políticos estuvieran más cerca de la gente!, de sus problemas, de sus realidades, de su preocupación por los cónyuges o hijos enfermos (que era una de las cartas que pude leer).

Si pudiera esa sería la carta que escribiría nuestro políticos.

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