Unas preguntas para este fin de semana

Estos días estoy leyendo más que otra cosa, es lo bueno de tener el ordenador en el taller. Más concretamente estoy leyendo el segundo volumen de Millenium y, sobre todo, un número de la revista "Concilium", una revista que publica la editorial Verbo Divino. Nada tiene que ver una con la otra, pero las dos son interesantes.

La revista teológica tiene un tema monográfico, algo frecuente en ella. En el número 331 el tema es "Ecoteología; nuevas cuestiones y debates". Como franciscano es un tema relevante, pero también a nivel cristiano la reflexión de nuestra relación con nuestra casa (Oiko significa eso en griego), más ahora en el que la discusión sobre el cambio climático, los gases invernadero y las grandes variaciones climáticas que estamos padeciendo parece ser que, en gran parte, se debe a la agresión de los hombres sobre el resto de la creación.

Bastante de los artículos me han llamado la atención, ya que son serios y bien escritos, algo densos, eso sí. Pero en especial me ha gustado el artículo firmado por Anne Elvey, una teóloga ecofeminista que trabaja en le Universidad Monash de Australia. el título del artículo es "Ceniza y polvo: Hablar o no ecológicamente de Dios". El inicio de su reflexión es la tragedia que supuso los incendios que asolaron la zona de Melbourne en marzo de 2009 (en Wikipedia hay una página dedicada a ello) y que supuso la muerte de 200 personas, la destrucción de muchas casas y le destrucción de miles de hectáreas de de vegetación y la muerte de un número indeterminable de animales, en un fenómeno conocido como "tormenta de fuego" (terreno muy seco y mucho calor que provocó que los ecosistemas acostumbrados al fuego no pudieran sobrevivir.

En ese contexto la teóloga se pregunta: "¿Dónde está Dios en, o en relación con, una tormenta de fuego que destruye los animales autóctonos y asilvestrados, sus ecosistemas, los seres humanos, sus casas, vacas y ovejas, caballos y campos de mieses, y animales de compañía?"

La teologa propone posibles respuestas: "Entre las posibles respuestas a esta pregunta encontramos las siguientes:
1.- Dios no está en la tormenta de fuego; más bien, Dios trasciende el despliegue terrenal de toda actividad suprahumana (que incluye la humana); la intervención de Dios en la tormenta es simplemente la de un orden natural obediente o la que se despliega según sus leyes y procesos innatos ordenados por él.
2.- Dios está en la tormenta; mediante la encarnación, Dios está "en-materializado" con todas las cosas, vinculado a sus procesos en todo su despliegue energético, caótico y consecuente.
3.- Como consecuencia de la acción humana (cambio climático antropogénico y en algunos casos provocado) y de condiciones mas allá del control humano (la cantidad de materiales combustibles de los bosques, la sequía, el calor y los vientos), la tormenta constituye un juicio sobre la acción humana en el que intervienen Dios y la comunidad Tierra.
4.- Dios no se encuentra tanto en la tormenta cuanto en la respuesta compasiva de los seres humanos a las víctimas y los supervivientes, en su gracia y su resistencia a la pérdida así como en el duelo y en el esfuerzo de comenzar de nuevo.
5.- Dios está en la tierra, en los animales y las personas abrasadas por la tormenta; Dios sufre y se aflige con las víctimas y los supervivientes."

Y esa sería la pregunta: ¿Dónde está Dios para tí? Lo curioso es que esta colección de posibilidades son todas bíblicas, todas ellas tienen su eco en la revelación, por lo tanto todas válidas. Por eso la respuesta es importante. Personalmente no tengo todavía la respuesta, por eso quería compartir con vosotros la pregunta. ¡Ahí queda eso!

Lo que si puedo hacer es compartir también otro párrafo de la misma teóloga:" Aunque en cada una de estas respuestas resuena algún aspecto de la teología bíblica, por mi parte sugiero que, desde una perspectiva teológica, necesitamos comenzar a indagar en la intervención de Dios en otras partes, para iniciar lo que Deborah Rose, siguiendo a Emil Fackenheim, denomina una "vuelta hacia" nuestro aquí y ahora, con la resonancia de la metanoia que hallamos en el Evangelio de Marcos (1,15) t en la llamada de Juan Pablo II a una "conversión ecológica".

Comentarios

  1. hay que corregir algún desliz en el texto latino. Por ejemplo, tuorum, y no turom

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  2. Gracias por el aviso, aunque he de reconocer que no encuentro la falta de ortografía que dices... será que lo tengo ya muy visto

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  3. Pili, no te ofendas, pero me parece una chorrada tu comentario,yo, el poco latín que aprendí en el bachillerato lo tengo totalmente olvidado y además no me gustaba nada, me imagino que serás una profesora de latín. Yo leí y volví a leer el interesante texto que nos dejó Emilio y eso no aparece por ninguna parte, ¿tú ves a Dios en ese desliz como tú lo llamas?
    Refiriendome al téxto yo encuentro a Dios en todas partes, en todas las cosas, en todo. Lo que no acabo de entender es tanta desgracia,y tanto sufrimiento que hay en el mundo. Ya sé que Dios nos hizo libres y que nosotros nos buscamos nuestros sufrimientos y desgracias pero.....Por qué siempre en los sitios más pobres? ¿Nos quiere dar una lección para que seamos más solidarios? Es muyyyyyyyyyyy difícil de entender y hay que tener mucha fé. NÎ HÂO

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  4. Emilio estás enganchado a milenium? yo me leí los tres en tres semanas. Me gustaron. NÎ HÂO

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  5. Perdón por el retraso, ayer no entre en el correo y no moderé los comentarios.

    Me da que el error está en otra entrada y Pili se equivocó de sitio a la hora de publicar esa corrección. No hay que pensar mal de nadie.
    Al contrario, agradezco que se me critique y corriga es de la única manera que tengo para aprender, o por lo menos una de ella.

    En cuanto a lo de Millenium. Si he leído ya los dos primeros, pero la verdad es que el inicio del tercero se me está atragantando un poco, mucho más que los otros dos.

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