Y los Reyes se fueron

La Navidad está a punto de terminar. Las luces navideñas se han apagado, ya no suenan los villancicos en los comercios donde los turrones han dejado paso a las rebajas. Alguno ya habrá recogido el Misterio y el Árbol y lo habrán puesto en el trastero hasta el año que viene. Incluso puede que alguno esté pensado "¿de quién fue la idea de pedirle tal regalo a sus majestades?"
La Navidad se acaba y está a punto de empezar un tiempo más reposado, más tranquilo. Unas semanas de viaje sin sobresaltos hasta que lleguemos a la estación cuaresmal.

Pero, en vez de mirar al futuro, quería compartir una intuición más que una idea que me surgió el día que celebramos la Epifanía: los Reyes fueron a Belén guiados por una estrella. Con ella cruzaron desiertos y bosques. Ella fue el impulso que les ayudó a superar todas las dificultades que suponía viajar en aquella época. Pero me da la impresión que el viaje, la peregrinación, la aventura, el crecimiento de fe o cómo queramos llamarlo no fue tan fácil para esos personajes, como se podría pensar.

Para ellos no fue montarse en un tren y bajarse en el apeadero de Belén. Se guiaron por algo tan poco llamativo como un estrella, algo que entre las millones y millones que alumbran en el cielo nocturno no debería de destacar mucho, por que lo único claro que tenemos es que se perdieron.
Cuando ya parecía que se estaban acercando a su destino se equivocaron y se desviaron hacia Jerusalén.

Y parece lógico. Si no tengo claro dónde buscar, si las indicaciones no son claras, si no veo ya las señales que me guiaban es fácil equivocarse. Y más si lo que buscas es un rey y tienes cerca un palacio.

Pero para Jesús lo lógico es otra cosa. Por eso él no ha nacido en un palacio. Jesús no está en el poder o en la riqueza, no está en la seguridad de los criados y los siervos. ¿Cómo podría estar en un sitio así donde no sería libre, donde se vería atado por mil protocolos y normas? ¿Cómo podría estar en un sitio donde los demás tendrían problemas para acercarse?

Para Él la lógica es amar a todos y estar donde se puede amar al más alejado, como puede ser el pastor del desierto o el pagano extrajeron que viaja, aunque eso suponga estar en la sombra de la historia.

Por eso los viajeros entendieron mal las señales. Y, personalmente, no les hecho nada en cara. Pienso que yo hubiera hecho algo parecido. Vete a saber si no hubiera hecho algo peor.

Pero nuestros amigos hicieron algo que queda fuera del cliché de hombre viaja y se ha perdido: preguntaron. Dicho de otra forma, los buscadores buscaron a otros para poder seguir buscando. No se encerraron en ellos mismos, en su inteligencia, en su sabiduría o excelencia. Sino que tuvieron la humildad de decir: "no sé por donde seguir; pero seguro que hay gente haciendo la misma búsqueda". Ya sabemos la historia, pararon en Jerusalén, y buscaron indicaciones. Buscaron su estrella en la fachada, en ornato, y lo que encontraron fue a Herodes, al malo de la película.
Personajes muy distintos: uno aferrado al poder y buscando a cualquiera que quiera arrebatarselo; los otros lo dejaron todo para buscar al que siempre rechizaría parecerse a Herodes. Y, sin embargo, pasó algo raro, algo que no consigo explicarme, será que todavía mi lógica sigue siendo la incorrecta. El malo ayuda a los buenos, Herodes busca otra estrella para ellos, y la comparte, les da la información correcta sobre su "enemigo". ¿sería que buscaba convertir a los amigos del enemigo de Herodes en los amigos del enemigo de Jesús? ¿o será una llamada de atención para que nos demos cuenta que en lo más alejado de lo nuestro, en los lugares y situaciones en las que ser de los nuestros es ser el malo podemos encontrar información que una vez cribada nos puede servir para buscar nuestro camino?

Sea como sea Herodes dio la información para ganarse a los magos. Qué tendrá el poder que busca subvetir a todos y qué tendrá el poder para que hasta los sabios quieran apoyar a ese poder.

Quizás por eso nuestros protagonistas hicieron un discernimiento. La información utilizada no fue usada como tal, pero si que les sirvió para volver a localizar la estrella. Su pálido relumbrar destacó más que "la erótica del poder". La estrella vuelve a señalar el camino. Y se vuelve más útil. Si antes solo les guió hasta un país ahora les va a guiar hasta un corral que está en un pueblo de un país. Será que las crisis, las dudas, "las noches oscuras" purifican, podan, aseguran muchas cosas.

Y como personajes de un ánime o japonés de "Héroes" sin duda exclamarían un "ya ta" (que significa "lo conseguí", forma narrativa que más tarde Juan usaría con el hebreo) y que recuerda mucho al castellano. "Ya están" en Belén, "ya están" en el portal de Belén (que poco tiene que ver con la casa de la Esteban) y, seguramente, "ya están" completamente despistados al ver que el Rey que tiene estrellas a su servicio, el que aparece en los zodiacos, el que acaba de poner a cero el calendario, el que les ha cambiado la vida está donde creían imposible. O mejor dicho, está donde ni pensaron buscar.

Quizás sea por eso que olvidan todo cuando entran en la vivienda "okupada" por dos galileos extrajeros en su propio país. Por eso ni se habla de protocolos o de preguntas que "rompen el celofán" o que hacen sobresaltar a una ciudad entera.

Ahora no hay nada de eso. No hay discursos, no hay credenciales, ante Dios, por mucho que nos esforcemos, por muchas cosas que tengamos, por muchas cosas que sepamos, por mucho que nos creamos lo único que importa es él, su amor, su presencia, su divinidad, su humanidad y, en silencio humilde, como alguien que ya ha aprendido la lección, alguien que sabe lo que es dar a luz a Dios, alguien que lo ha dado todo por él y que recibe el poder amar hasta el extremo, de amar sin condiciones al loco y al profeta, al Salvador y al Bin Laden odiado por todos; está María, la madre, la esposa, la hija, la discípula y la maestra.

No hace falta más. Es curisoso que nadie habla. El encuentro está basado en miradas, gestos, símbolos y adoración, algo que nace del amor y que permite ver más allá de las apariencias y ver en el refugiado a Dios que a pesar de ser Dios tiene su cuna en donde nadie de Belén, Judea o España querría tener.

Me encanta que el encuentro, los diálogos, la comunicación quede en la oscuridad de lo intimo. El encuentro con Dios es personal, una experiencia que son como las tarjetas de identificación: personales e intransferibles. Cada uno tiene su cita con Él, y lo mejor es que no tiene hora fija y es posible repetirla cuantas veces se quiera. Siempre será algo nuevo.

Y después de esta "breve" introducción la idea que me rondaba en la cabeza y que también daría para muchas líneas: los magos volvieron por un camino diferente. El encuentro con Jesús, con Dios, con el infinito hecho bebé, hace que volver a casa no podía ser simplemente desandar el cambio realizado. En cristiano es imposible volver atrás, el encuentro, la conversión, la llamada, vivir la propia vocación hace que el pasado quede cerrado. No digo olvidado ni que haya que renunciar a él. Es imposible poder renunciar a todo lo que nos ha permitido encontrarnos con él. Pero tras Jesús, aunque sea en el mismo sitio, con la misma gente, tiene que ser algo nuevo, es andar un camino nuevo.

Quiero acabar con un frase que el Teniente Dan le dijo a Forrest Gump: "¿ya has encontrado a Jesús?" y yo añado: "¿y sigues andando el mismo camino?"

Creo que tenemos que aprender de Melchor, Gaspar y Baltasar. O como se llamen.

Comentarios

  1. Comparto muchas ideas contigo sobre los Reyes Magos, pienso que representan muy bien al cristiano de todos los días que siempre busca a Dios. Y respecto a la información de los "malos", ya dijo s.Pablo: Para el que ama a Dios todo sirve para bien (más o menos, no es textual).

    ResponderEliminar
  2. Buscaré esa cita. Me ha gustado. Siempre me sorprendió Herodes con este gesto.

    Quizás por eso sea una historia más teológica que histórica.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario