Duda y Fe




Texto escrito por el Abbé Pierre en el libro "El Abbé Pierre habla a los jóvenes. Camino hacia lo esencial" y citado en "La misa de cada día" de Ed. Claret (octubre 2009)

Recuerdo al astronauta que, al volver a la Tierra, declaró: «No he encontrado a Dios». ¡Tengamos cuidado con estas reflexiones fáciles y superficiales! Lo que significa muy sensatamente es que Dios no es un objeto. Es fácil imaginar a Dios de una forma análoga al hombre. Algunos han dicho también que era el hombre el que había inventado a Dios... Son juegos de pensamiento que no quieren decir nada. El hombre siempre ha tenido en sí esa necesidad de absoluto. La ha formulado como ha podido, por ejemplo, agarrándose a la adoración del rayo y las estrellas. Se ha inventado respuestas que pueden responder a esa necesidad. De hecho, ha descubierto que tenía dentro de sí un espacio infinito que intentaba colmar. Es cierto que es relativamente fácil hablar de Dios con ideas y conceptos. ¡Los discursos sobre Dios tienen un color diferente para los que sólo han estudiado las ideas, frente a otros que lo han experimentado realmente!

El camino tomado para experimentar a Dios puede variar notablemente de una persona a otra. En primer lugar, lo esencial consiste en ser sincero en el planteamiento que se hace. No se trata de ilusionarse con respuestas prefabricadas, igual que no hay que eliminar las preguntas. Albert Jacquard acaba su libro "Dieu" con una frase fuerte: «Por último, lo que importa no es lo que yo crea, sino en qué estoy dispuesto a comprometerme». Por lo tanto, lo importante no es tener fe a toda costa. Se trata de saber si se está dispuesto a comprometerse en función de las preguntas que uno lleva dentro. Nadie puede tener fe y ser insensible al hambre o a las personas que viven en viviendas precarias. Con Dios o sin Dios, el que se dedica a causas sin buscar provecho, se pone en una disposición propicia para hacer germinar la fe en él. En ese momento, la fe podrá convertirse en un elemento de respuesta a sus preguntas.

La fe es comparable a una semilla que debe encontrar una tierra fértil para germinar en una tierra de libertades. En cambio, a partir del momento en el que tú consideras que ya no tienes fe, lo que cuenta por encima de todo es la sinceridad. No te agotes por querer reencontrar la fe, ¡pero tampoco actúes excluyendo la posibilidad de que vuelva! Porque, si un día la vuelves a encontrar, forzosamente será distinta. Además, siempre llegará un momento en el que tendrás que comprometerte. Descubrirás entonces la ocasión de reconocer la sinceridad y la profundidad que había bajo el aspecto superficial de tu fe. Porque no se trata de aceptar ciegamente la fe comunicada por los padres. Es necesario atreverse a reinterpretar el credo expresando las realidades que contiene, en un lenguaje mejor adaptado a nuestra época. Asimismo, es deseable que la Iglesia reflexione en este proyecto. De todas formas, creo que el Evangelio debe continuar siendo el punto de anclaje del que no hay que alejarse.

El hecho de dejar de creer puede conllevar un falso sentimiento de libertad. Algunos podrían llegar a pensar que lo esencial del credo aporta respuestas que podría considerarse que no tienen fundamento. Sin embargo, después de haberlas negado, las preguntas continúan estando allí: «¿Por qué vivir? ¿Qué sentido doy a mi vida?». El hombre puede querer bastarse a sí mismo, pero se da cuenta, tarde o temprano, de que no es posible.

En algunos casos, esta actitud puede conducirlo a la desesperación, incluso al suicidio. Una pérdida de fe, la ausencia de puntos de apoyo y de razones para vivir, pueden explicar muchos gestos de desesperación.

Como muchos de vosotros, tengo multitud de preguntas que continúan sin tener respuesta, sobre todo en lo que respecta a la vía del pensamiento, de la comunicación e incluso de la intercomunicación. Esto me hace considerar que los fenómenos como las mesas que giran no son más que una ilusión. Es cierto que esto puede conllevar muchas supercherías, pero estoy convencido de que hay una parte real en estos fenómenos, igual que en el caso de la comunicación a distancia. Se han efectuado ensayos: submarinos que habían pasado bajo el hielo Norte llevaban a bordo a personas que    consiguieron comunicarse por telepatía con especialistas del estado mayor del ejército estadounidense. Creo que estos hechos son reales; no me perturban. Incluso creo que el campo de lo consciente y la parapsicología está mucho más extendido de lo que pensamos. De todas formas, hay que ser especialista en la cuestión para distinguir lo que es creíble de 1o que es falso.

Asimismo,todavía me sorprende la cantidad innumerable de ondas que se propagan por todas partes en el airs que nos rodea. ¿Cuántos teléfonos móviles funcionan gracias a las ondas? ¿Cómo consiguen circular esas ondas sin interpretarse ni confundirse? Sin duda, el ¡hombre está influido por esas numerosas radiaciones que se cruzan por encima de    él y a través de él! Puedo esconder la luz,    no puedo ocultar las ondas que nos atraviesan en este momento en dirección a milesde móviles. Por lo tanto, no se trata de una pregunta relativa al hombre o a lo que lo rodea lo que capta mi atención, sino la duda relativa al lugar del hombre en el curso de los acontecimientos planetarios...

Es tentador interpelar al Creador diciéndole: «¡Tú sabías desde el principio las perdiciones que iba a conllevar la libertad que has dado al hombre!». En lo que a mí respecta, sólo encuentro una explicación. ¡El amor que Dios tiene por nosotros es tan infinito que no dudó en arriesgar su gloria para que hubiera seres libres, responsables y capaces a su vez de amar! Para que el amor verdadero sea posible, era necesaria esta locura de la libertad. Porque el respeto de la libertad del hombre suponía la no intervención de Dios. O dejaba al hombre la libertad sin intervenir, y arriesgaba su gloria, o intervenía y, entonces, ya no tenía libertad. Y entonces ciertas voces tuvieron la tentación de decir: «No, no somos libres, ¡nuestra vida está predeterminada!». Yo no puedo hacer nada excepto decir a Dios: «¡Igualmente te amo!». Espero que me dé todas las respuestas a mis preguntas cuando haya cruzado la puerta. Entonces, exigiré luz...

Si Dios no interviene en nuestra vida, ¿no corremos directamente hacia el fin del mundo? En última instancia, ¡quizás no sería una desgracia tan grande! No me aterroriza n absoluto. Si el Mal cesa al mismo tiempo que la vida, no me afligiría. Si todo queda barrido, significaría que todo el buen grano estará almacenado. Sera como una imantación, ya que el grano bueno se sentirá atraído hacia la luz- El amor llama al amor. En ese momento, estoy convencido, de que triunfará la Justicia. ¡Cuánto menos tarde, más valiosa será" Es un poco lo desconocido, pero no es lo absurdo. Vamos hacia un encuentro. Tengo confianza.

Comentarios

  1. Excelente artículo, Fr. Emilio. Pierre fue un gran sacerdote.

    Saludos y gracias por compartir

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  2. Me alegro que te haya gustado.
    Un saludo, hermnano

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