ALEGRÍA Y BUEN HUMOR DE SANTA TERESA DE JESÚS

Artículo enviado por Fr. Ángel Gajate



El humor de Teresa de Jesús es de salidas rápidas, graciosas y llenas de ingenio. Un biógrafo de nuestros días la caracteriza simpática, graciosa y desbordando de sano optimismo.

Un día confiesa a sus monjas: "Sabed que solamente tres veces se me ha calumniado en la vida: en mi mocedad cuando me llamaban hermosa; cuando decían que era lista y cuando comentaban que era buena". Esta es la que llevo con menos paciencia, porque conozco mis faltas". A lo cual añadió una monjita de San José: una cuarta calumnia "es que nuestra madre es encantadora".

Teresa toma a broma, hasta los males que sufre. En ocasión, al estar en peligro de ahogarse, Teresa grita: "Señor, entre tantos daños y me viene esto ahora" Jesús le responde: "Teresa, así trato yo a mis amigos". Y ella replica rápida: "!Ah, Señor, por eso tenéis tan pocos!"

Una escena encantadora de ternura, es cuando Teresa en el pasillo de la Encarnación se fija en un bellísimo Niño Jesús, y le pregunta sintiendo palpitar su corazón: "¿Quien eres, Niño?" Y la voz armoniosa del Niño que le llega al fondo del alma: "Y tú, ¿quién eres?" Y Teresa, con ternura en los ojos le responde: "¿Yo? Teresa de Jesús". Y Jesús devolviéndole el piropo: "Pues yo Jesús de Teresa".

Otro día una monja joven y Teresa pasan ante la imagen del Niño Jesús, la otra hermana hace inclinación de cabeza al Niño y Jesús le corresponde con otra inclinación, pero al hacer Teresa la inclinación, el Niño no le corresponde y Teresa le dice: "!Ah, Jesús mío, qué bien se conoce que ya estoy vieja!"



Cien mil palos.



Cuando Teresa andaba por Sevilla, ocupada en fundaciones, un viejo capitán de Flandes exclama al ver a Teresa con tres de sus hermanas: ¿Por qué estas mujeres llevan ese velo negro? !Yo les daría de buena gana cien mil palos! Y la Madre con tono de quien roba corazones, le responde: "Caballero, Dios os bendiga. Estoy levantando uno de mis conventos, y necesito 300 palos y como caballero, me los daréis para terminar el monasterio y no es de soldados españoles, volverse atrás". Y el soldado, le llevó enseguida la madera que necesitaba.

En otra circunstancia al estar en tratos para la compra venta de una casa, para sus fundaciones, pregunta al caballero por el precio. El caballero le contesta: "Un abrazo de la Madre Teresa". Y ella contesta graciosa: "Tómele. Nunca en mi vida una escritura me ha salido más barata".



Las monjas la pasaban en grande con Madre Teresa.

En las nuevas fundaciones, Teresa tenía que ausentarse con frecuencia y hacer su oficio de andariega. Tenía a San José por tan confidente, que le pedía tener cuidado de la comunidad, y al volver la Santa, le contaba San José de pe a pa todo lo que había ocurrido entre las hermanas. Al corregirlas la Madre, cayeron en la cuenta de quien era el alcahuete, y en venganza, le pusieron a San José como mote "el Parlero".



El Cristo de los piojos.



Temiendo las monjas que la tela gruesa que llevaban por dentro, se llenase de piojos, llevaban al Cristo en procesión. Teresa les cantaba:



"Pues vinisteis a morir,

No desmayéis;

Y de la gente tan vil

No temeréis, en tanto mal".

Y las monjas contestaban:

"Librad de mala gente

Este sayal".

Desde entonces dieron a este Cristo el nombre del Cristo de los piojos.



La Madre Teresa decía sus hermanas: "Si os empleáis en la cocina, entended que el Señor anda entre los pucheros". Y ella lo practicó: Un día una hermana sorprendió a la Madre en pleno arrobamiento delante del horno, con una sartén en la mano. El aceite no se derramó, como temía la hermana, y los huevos que estaba friendo, no se quemaron. Dios debió sonreír con satisfacción.

Nos ha quedado un retrato físico de la Madre Teresa que pintó Fray Juan de la Miseria. Al verlo, la Santa, que había accedido a que la pintaran por obediencia al Provincial de la Orden, ella no pudo menos que exclamar, con su acostumbrado gacejo: "!Dios os lo perdone, Fray Juan, qué fea y vieja me habéis pintado!"



Ángel Gajate de Sobradillo



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