retales para reflexionar

¿Qué es el odio? El odio es una mente perturbada que observa un objeto animado o inanimado, piensa que es desagradable, exagera sus malas cualidades y desea perjudicarlo.

Después de cada comida, fregamos los platos sin esperar a que termine el mes, puesto que no queremos vivir en una casa desordenada ni tener que hacer al final un enorme trabajo. De igual modo, debemos esforzarnos por limpiar la suciedad de nuestra mente lo antes posible, porque si permitimos que se acumule, nos resultará cada vez más difícil hacerlo y pondremos en peligro nuestras relaciones.

Con el odio convertimos a los demás en nuestros enemigos. Existe la idea generalizada de que el enfado surge cuando nos encontramos con una persona que nos desagrada, pero en realidad es nuestro propio odio el que transforma a esa persona en nuestro enemigo. El que tiene tendencia a enfadarse vive en un mundo dominado por la paranoia y siente que todos son sus enemigos.

Herramientas para controlar el enfado: autoconciencia y autocontrol

Puesto que el enfado puede ser una emoción muy fuerte, a veces resulta muy difícil de controlar. Para afrontar y manejar el enfado, hacen falta elevadas cotas de autoconciencia y autocontrol. Y el desarrollo de estas habilidades requiere su tiempo.

La autoconciencia es la capacidad de darse cuenta de lo que uno está sintiendo y pensando, y por qué. Los niños pequeños no son muy conscientes de lo que sienten, se limitan a exteriorizarlo a través del comportamiento. Por eso tienen rabietas cuando se enfadan porque las cosas no ocurren según sus expectativas. Pero los adolescentes tienen la capacidad mental de la autoconciencia. Cuando te enfades, tómate un tiempo para fijarte en lo que estás sintiendo y pensando.

El autocontrol consiste en pensar antes de actuar. Introduce unos preciosos segundos o minutos entre el hecho de sentir una emoción fuerte y el de realizar un acto del que uno se podría arrepentir.

El antídoto contra el odio es la paciencia, y si estamos realmente interesados en avanzar por el camino espiritual, no hay mejor práctica que la de esta virtud.

Aristóteles (Ética a Nicómaco) lo bordaba: "Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo".

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