Florecillas Cubanas (I)

Publicado por Fr. Ángel Gajate en la Revista de la OFS de Cuba.


 Christian, el niño que sólo pudo nacer
En amar y en la alegría de dar la vida lo más parecido es la madre. Jesús lo expresó muy gráficamente en el discurso de la Última Cena: "Cuando una mujer da a luz, se siente angustiada porque le llegado la hora, pero cuando ha nacido el niño, su alegría le hace olvidar el sufrimiento pasado y está contenta por haber traído un niño al mundo" (Jn 16, 21)

La doctora Carmen esperaba un niño. Al acercarse a nuestra iglesia de Jesús de Miramar para repartir medicamentos de donación, junto a otras doctoras, le preguntaba siempre cómo se movía el bebe desde su vientre. Le contaba cómo nuestro primer santo de la reforma capuchina, san Félix de Cantalicio hacía la inclinación de cabeza ante las mujeres embarazadas. Yo instintivamente repetía el gesto.

A primeros de agosto la doctora dio a un niño. Sus padres le pusieron el nombre de Christian. Poco tiempo pudo Carmen tenerle en sus brazos y acariciarlo. Al presentarnos en el hospital para felicitarla, no pudo enseñarnos a su hijo. Christian nació con muchos problemas, especialmente en los bronquios y hubo que asistirlo en la incubadora y hacerle muchos análisis. A los pocos días Christian murió y se agregó a los coros de ángeles. Aunque no recibió el Bautismo, nació como hijo de Dios por la fe de sus padres.

Al ir a visitar a Carmen ya en su casa, nos habló de sus hijo con los ojos húmedos, y como lo había acunado y seguido la terapia sobre él. Nos confesó llorando que sólo pedía a Dios fuerza y salud para lograr un nuevo hijo.

Dios quiera que Christian sea como el grano de trigo que muere para dar fruto: un nuevo hijo de la doctora y de su esposo. No puede haber felicidad más grande que la de traer un niño al mundo. Que san Francisco se lo bendiga. ¡Paz y Bien!

(nota: el bebé de la foto no es el de la historia)

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