SALMO 15 (14):“¿Quién puede ser huésped del Señor?”

1. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?
2. El que procede honradamente y
practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
3. y no calumnia con su lengua,
el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
4. el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,
el que no retracta lo que juró
aún en daño propio,
5. el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
6. El que así obra nunca fallará.

1. AMBIENTACIÓN.

"¿Quién es justo ante el Señor?". Tal es el título que la Liturgia de las Horas coloca ante este salmo, calificado como "bellísima composición... de aire sapiencial", por unos (García Cordero) y, por otros, como "maravillosa síntesis (y) vigorosa invitación a un culto no formalístico y mágico, sino existencial y comprometido con la tarea cotidiana" (G. Ravasi). Tal es la pregunta que, con frecuencia y a lo largo de los siglos, se han hecho los hombres. ¿A quién llamaremos justo? ¿Quién puede ser considerado como tal? Por supuesto que el salmo no da una respuesta total a esta pregunta. Pero cierto también que la respuesta que aquí encontramos, nos abre unas perspectivas comprometedoras.

Por dos veces encontramos en el evangelio una pregunta semejante dirigida a Jesús: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?" (Lc 10,25; 18,18). Y en los dos casos la respuesta de Jesús lleva la misma orientación: "Observa los mandamientos". Para el judío piadoso que oraba este salmo, sus respuestas tenían un impulso vital importante. Cierto que, como ha notado más de un comentarista, el salmo carece de "especiales vuelos literarios", que es "más bien frío, convencional, jurídico, privado de cualquier evocación lírica", pero cierto también que mantiene una claridad simple y didáctica que ayuda al orante que lo reza, a encontrar en él una síntesis y una catequesis sapiencial de toda la moral yahvista. Pero también para nosotros, cristianos, que sabemos que "la suprema ley de vida no es ningún principio jurídico, sino una persona, Cristo" (L. Boros), el salmo nos abre unas perspectivas comprometedoras de nuestra existencia.

2. ANÁLISIS.

Un acercamiento rápido al salmo en sus aspectos literarios y simbólicos- nos ayudará a rezarlo:

A) Todos los autores señalan la cercanía de este salmo a determinados textos proféticos que se convierten así en clave de lectura y oración del mismo. Conviene, pues, recordarlos para que también a nosotros nos iluminen: Miq 6,6-8: "¿Con qué me presentaré a Yahvé, me postraré ante el Dios del cielo? ¿Me presentaré con holocaustos, con terneros añales? ¿Aceptará Yahvé los miles de carneros y las libaciones de aceite a torrentes? ¿Ofreceré mi primogénito por mi delito, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? Se te ha dado a conocer, oh hombre, lo que es bueno, lo que Yahvé de ti reclama; es esto: practicar la justicia, amar la misericordia y caminar humildemente con tu Dios". Is 33,14-16: "¿Quién de nosotros podrá resistir ante el fuego abrasador? ¿quién resistirá estas llamas eternas? El que camina en la justicia y habla rectamente, el que rechaza una ganancia arrancada a la fuerza, el que sacude su mano para no aceptar soborno, tapa sus oídos para no oír tramas de sangre y cierra sus ojos para no ver el mal. Este morará en lugar excelso, ciudadela izada en roca será su refugio, tendrá pan y no le faltará el agua".

B) Puede ser también una ayuda para la oración de este breve salmo el recordar las distintas opciones que hay sobre su género literario. Podemos destacar tres: la de aquellos que lo consideran una liturgia de admisión, es decir, el salmo señalaría las condiciones que debía cumplir el peregrino que llegaba al templo. Pero se dividen luego los autores: para unos la pregunta la formularían los peregrinos que encontraban en el personal del templo la respuesta con las condiciones requeridas para ser huéspedes del Señor; para otros, en cambio, la pregunta la formularían los sacerdotes, mientras que los peregrinos, en una especie de examen catequético, respondían. Algún autor, por otra parte, ha supuesto que pertenecería el salmo al ritual monárquico del día de la coronación, pero, para la mayoría de los intérpretes, tal interpretación está muy alejada del texto. Por último, para alguno el salmo es una "enseñanza profética de carácter parenético" que exhorta a los fieles a vivir en coherencia la fe profesada y la ética practicada. Frente a estas opiniones, A. González, que rechaza que el salmo sea una copia de la liturgia de admisión, escribe: "La pregunta con que comienza el salmo no se dirige ni al sacerdote ni a los fieles, sino a Dios directamente, como una oración o una consulta".

Esta disparidad de opiniones nos está hablando de la complejidad de este breve salmo, aparentemente simple, complejidad que nos debe empujar a colocamos ante él en una actitud contemplativa, iluminada por los textos proféticos antes citados.

C) El salmo es escaso en símbolos: básicamente se encuentran al principio y al final y están relacionados con la residencia y la hospitalidad de la casa de Dios; ese Dios cuya presencia es permanente en medio de su pueblo y que es garantía de estabilidad y seguridad para el justo a pesar de la precariedad de la tienda. El resto del salmo está animado por la palabra, tema de gran importancia en una civilización de tipo oral, como ya recordábamos en salmos anteriores (Sal 12).

D) A pesar de la complejidad a la que nos referíamos antes, la estructura del salmo es simple:

- v. 1: se trataría de la petición oficial de ingreso en el templo, dirigida a los sacerdotes, si se admite la opinión generalizada que ubica al salmo entre las liturgias de entrada. Sin embargo para A. González, “el poeta habla en imágenes. El templo y la ciudad son el lugar de la especial presencia de Yahvé o, más simplemente, símbolos de la divina cercanía. La hospitalidad ansiada no es la morada material en el lugar, sino el acceso a esa divina cercanía protectora”. En cualquier caso, el salmo evoca el tema de la hospitalidad, tan importante en la cultura oriental, y de modo especial la hospitalidad en la casa de Dios. No podemos olvidar que “la morada en el templo de Yahvé ha sido considerada siempre como garantía de seguridad y de felicidad íntima espiritual” (M. García Cordero);

- vv. 2-5: comprenden la respuesta del personal del templo. No son, en cualquier caso, condiciones rituales, sino condiciones morales de carácter ético. Más que a la cabeza, "se dirigen al corazón y, en consecuencia, enumeran a título de ejemplos algunos comportamientos que deben seguirse" (J. Collantes). Esto nos permite entender lo que ha escrito G. Ravasi: "Más que una norma legislativa con once artículos, el texto se ofrece como una óptica general desde la cual vivir la experiencia religiosa. Más que una serie de actos precisos, realizados los cuales se ha pagado la "tasa de entrada" al templo, se trata de una actitud vital permanente que abarca toda la existencia. Más que una normativa legalista, el salmo quiere ser una llamada moral. Se trata, pues, de opciones fundamentales, ligadas a la vida de cada día y que pretenden tener efectos beneficiosos o destructores para toda la comunidad". Esta amplia cita es el mejor comentario para entender estos versículos en los que se van desgranando las exigencias: primero, de un modo general (v. 2): se apuntan tres condiciones muy frecuentes en la Biblia: proceder honradamente, practicar la justicia y tener intenciones leales para decir la verdad de corazón; después, desde el plano horizontal: se apuntan tres exigencias de las relaciones mutuas: evitar la calumnia, el mal obrar y la difamación (v. 3). El v. 4 abre una perspectiva nueva: hay que ver las relaciones con los demás también desde Dios, que, por otra parte y como siempre, ocupa el lugar central del salmo: se trata de una llamada a separarse de los malvados para alinearse con los que temen al Señor. Por último el v. 5 recoge dos condiciones ampliamente documentadas en el AT: rechazo de la usura y de la corrupción de la magistratura;

- v. 6: es la promesa de estabilidad y seguridad para aquel que vive con los hombres desde esta óptica de Dios. Quien obra así, aunque esté sometido a las dificultades de la vida diaria, saldrá adelante porque la roca en la que está fundado es Dios, en cuya eternidad quedará anclado.

3. PISTAS PARA LA ORACIÓN.

¿Cómo rezar en cristiano el salmo? Las consideraciones anteriores nos ofrecen una serie de pistas. Apuntemos algunas más:

A) la primera nos la ofrece el uso litúrgico del salmo:

- En la Liturgia de las horas aparece acompañado de esta antífona: "Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios". Desde aquí se nos abre un horizonte magnífico: el Sermón de la Montaña, como respuesta de Jesús de Nazaret a la pregunta con la que abríamos este comentario.

- También pueden iluminarnos los textos a los que acompaña como salmo responsorial y que, en líneas generales, se refieren a la hospitalidad y a la fidelidad a la Palabra como expresión de la voluntad de Dios y garantía del encuentro con El (Gén 13,2.5-18; Sant 1,19-27; Apoc 3,1-6.14-22; Deut 4,1-2.6-8; Prov 3,25-27).

B) También podemos rezarlo como “examen de conciencia”. Desde él entenderemos las relaciones con Dios y con los hombres, convenciéndonos de que el “comportamiento con los hombres es el criterio decisivo del temor y amor de Dios” (A. González). Y es que, como Jesús nos enseñó, el primer mandamiento es amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, pero el segundo es semejante al primero: amar al prójimo como a uno mismo. El ideal que nos propone el salmo, como el que nos señala Cristo, es muy alto, pero la recompensa no fallará.

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