fragmento de Max Stirner, "el único y su propiedad"

Dios y la humanidad no basaron su causa sobre nada, sobre
nada más que ellos mismos. Yo basaré, entonces, mi causa sobre
mí; soy, como Dios, la negación de todo lo demás, soy todo
para mí, soy el único.
Si Dios y la Humanidad son poderosos con lo que contienen,
hasta el punto de que para ellos mismos todo está en todo, yo advierto
que me falta a mi mucho menos todavía, y que no tengo que
quejarme de mi “futilidad”. Yo no soy nada en el sentido de vacío,
pero soy la nada creadora, la nada de la que saco todo.
¡Fuera entonces toda causa que no sea entera y exclusivamente
la mía! Mi causa, me dirán, debería ser, al menos, la
“buena causa”. ¿Qué es lo bueno, qué es lo malo? Yo mismo
soy mi causa, y no soy ni bueno ni malo; esas no son, para mí,
más que palabras.
Lo divino mira a Dios, lo humano mira al hombre. Mi causa
no es divina ni humana, no es ni lo verdadero, ni lo bueno, ni
lo justo, ni lo libre, es lo mío, no es general, sino única, como
yo soy único.
Nada está por encima de mí.

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