SALMO 14 (13): Ateísmo e injusticia. Un mundo sin Dios

1. Dice el necio para sí: "No hay Dios”.
Se han corrompido cometiendo execraciones,
no hay quien obre bien.
2. El Señor observa desde el cielo
a los hijos de Adán,
para ver si hay alguno sensato que busque a Dios
3. Todos se extravían igualmente obstinados,
no hay uno que obre bien, ni uno solo
4. Pero ¿no aprenderán los malhechores
que devoran a mi pueblo como pan
y no invocan al Señor?
5. Pues temblarán de espanto,
porque Dios está con los justos.
6. Podéis burlaros de los planes del desvalido
pero el Señor es su refugio.
7. ¡Ojalá venga desde Sión
la salvación de Israel!
Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo,
se alegrará Jacob, y gozará Israel.

1. AMBIENTACIÓN.

A mediados de los años sesenta la prestigiosa revista norteamericana Time llamó la atención con una portada, cuando menos, llamativa: sobre un fondo negro, una sola frase: "God is dead! ¡Dios ha muerto!". Ríos de tinta corrieron sobre el tema. Teólogos de la muerte de Dios fueron presentando sus reflexiones que adquirían una ruidosa difusión. Pero lo más grave fue que masas ingentes de hombres y mujeres volvieron la espalda a Dios, que pasó a convertirse en el gran desconocido. Pablo VI en la "Ecclesiam suam" y el Concilio Vaticano II en la "Gaudium et spes" constataron el hecho: "Es este ateísmo uno de los fenómenos más graves de nuestro tiempo" (n. 19). Este fenómeno ha permitido poder escribir: "No creer se ha convertido, en la práctica, en la actitud vital de la mayoría de los hombres", o, "Dios, pronto no habrá nadie que pregunte por ti, nadie que se interese por ti" (Phil Bosmans).

Pero ¿Dios ha muerto de verdad? "Gracias a Nietzsche sabemos cómo comenzó esta historia: con un loco gritando por las calles que había matado a Dios". Así comienza J. L. Ruiz de la Peña un artículo titulado: "Eclipse de Dios, crisis del hombre". En él se pregunta si, después de esta muerte que pretendió la exaltación del hombre, el mundo es más humano no gracias a, sino a pesar de la negación de Dios. Porque, si hemos de creer a determinados pensadores, la muerte de Dios no fue la vida del hombre, sino el comienzo de su muerte. "Más que la muerte de Dios..., lo que anuncia el pensamiento de Nietszche es el fin de su asesino, es la desintegración del rostro humano y el retorno de las máscaras".

No pretendemos en estas breves notas establecer un foro de alta discusión. Se trata simplemente de introducir unas reflexiones sobre el Sal 14 (13) en el que, según G. Ravasi, la unión entre negación del hombre y negación de Dios es la base y fundamento. Si los salmos son oraciones del creyente, no se trata aquí de convencer a ningún ateo. Por eso, señalan los autores que el salmo debe ser encuadrado en las lamentaciones, aunque tiene indudables influencias, materiales e ideológicas, proféticas y sapienciales. Desde esta constatación y teniendo en cuenta los apuntes iniciales, queremos acercarnos a esta plegaria más compleja de lo que a simple vista parece. Ya desde ahora nos enfrentaremos al salmo con esta convicción: en él se condena esa especie de esquizofrenia religiosa que separa el culto de la vida, a Dios de los hombres. Si hay fe en Dios, hay que vivirla en medio de los hombres. Por eso el salmo nos pone en la pista de lo que alguien ha escrito: que el problema radical del hombre es Dios.

2. ANÁLISIS.

Acabamos de decirlo: el salmo es más complejo de lo que a primera vista parece y "tiene que ser leído en todos sus matices" (G. Ravasi). Quizá convenga, por ello, señalar ya desde ahora que la afirmación del "necio": "No hay Dios", no debe ser entendida tanto como una formulación teórica cuanto como una declaración de ateísmo práctico: aquí y ahora, en la coyuntura humana, no hay Dios; si lo hay, está, indiferente a los acontecimientos del hombre y su circunstancia, perdido en su cielo. Debemos, pues, leer tal declaración en la línea del Sal 10,4: "El malvado dice con insolencia: "No hay Dios que me pida cuentas". No se trata, pues, de plantear el problema de Dios en términos de conocimiento o ignorancia, sino en términos existenciales, es decir, plantear la ecuación: negación de Dios igual a obras perversas e injustas. Desde esta aproximación primera vamos a destacar los puntos siguientes que nos ayuden a orar el salmo:


A) El primer aspecto se refiere a los personajes: podemos individuar tres:


- El necio: es el primero que aparece. El término hebreo empleado encierra un abanico de posibilidades en su significación abarcando tanto el aspecto intelectual como la dimensión ética y existencial: es una persona inconsciente, necia, irresponsable, absurda. "Es una especie de locura radical medida también a nivel moral" (Ravasi). En nuestro salmo el "nabal" -necio- es definido en esta doble dimensión: intelectualmente niega a Dios (v. 1), entendida esta negación en el sentido apuntado más arriba; en el terreno de la práctica es consecuente con lo anterior: está corrompido, obra mal (v. 1bc), es un "obrador del mal". Y es que para el salmista, como ya señalamos, la unión entre estos dos elementos es absolutamente nítida.


- El sensato: aparece como la contraposición del anterior: afirma la existencia de Dios al que invoca y busca (v. 2) y, por lo mismo, obra bien porque cree en Dios, actúa en consecuencia luchando contra el mal y la injusticia.


- Dios: es el auténtico protagonista del salmo a pesar de las apariencias. El impío-insensato lo había relegado a lo más alto del cielo, insensible y al margen de lo que sucedía en la tierra; por eso él, el necio-insensato, podía actuar tranquilo. Pero ese personaje no tiene nada que ver con el Dios a quien se dirige el salmista: Dios reside en el cielo, sí, pero se inclina sobre los hombres, “observa a los hijos de Adán” (v. 2). Y no lo hace de una forma impersonal y distraída: busca la bondad, la justicia, la misericordia, la obra buena; en otras palabras, se preocupa realmente y de verdad por lo que ocurre en la tierra. Y esa preocupación se traduce en obras: para el sensato es su refugio (v. 6), para el necio es causa de miedo y espanto (v. 5).


B) También es importante caer en la cuenta de los simbolismos que emplea el salmo para ayudarnos a rezarlo mejor. G. Ravasi identifica tres:


- el primero y fundamental está constituido por el contraste entre necio-sensato. Acabamos de referirnos a la actuación contradictoria de ambos, actuación que tiene un fin diverso: el espanto espera al necio, mientras en el sensato la alegría, la luz, la felicidad sustituirán el terror y la persecución;


- otro símbolo es el de la comida que aparece en el v. 4b: "devoran a mi pueblo como pan" y que es interpretado por Ravasi de esta manera: "Podríamos decir que el texto alude a los guías religiosos y políticos de Israel que devoran al pueblo con el mal gobierno y con las vejaciones... El desorden y la injusticia de las altas esferas es, en la práctica, ateísmo al existir una separación entre fe y conducta ética";


- el tercer simbolismo es el antropomórfico. Aparece en el v. 2 y pretende describir el interés de Dios por las realidades creadas. Según este simbolismo, Dios realiza dos movimientos: desde un punto de observación inmejorable, “desde el cielo”, mira, “observa” a los seres humanos: ningún obstáculo se interpone en su mirada. Y entonces realiza el segundo movimiento: hace una encuesta, eso que es tan frecuente en nuestro mundo. Pero el resultado de la misma no es muy halagador y acentúa el pesimismo del salmista: no hay un solo justo; al contrario, hay una radicalidad pecadora entre los humanos (vv. 2-3).



C) En la estructura del salmo podemos distinguir un triple movimiento que son "tres momentos sucesivos con variedad de motivos y emociones" (A. González).

- vv. 1-4: es una lamentación y denuncia por el ateísmo y la injusticia. Se da una constatación por parte del salmista: hay una impiedad en el pensar y en el decir: (“¡No hay Dios!”) que se traduce en una corrupción en el obrar, consecuencia lógica de lo anterior. Ante esta situación el salmista pronuncia un interrogante: “¿No aprenderán los malhechores?”, es decir, “¿se dan cuenta los malvados de lo que están haciendo? ¿piensan que, después de negar a Dios y ultrajar al pueblo, Dios se va a quedar tan tranquilo?”;


- vv. 5-6: son la respuesta al interrogante anterior, respuesta que toma un doble sentido: el primordial es que Dios está presente en las vicisitudes mundanas; no es extraño a lo que sucede en la tierra, al contrario está sumamente interesado por ello. Como consecuencia de esto encontramos el segundo sentido de la respuesta: mientras los necios pierden fuerza y se quedan temblando ante Dios, los sensatos encuentran nueva fuerza porque “el Señor es su refugio”;


- v. 7: se trata, según Ravasi, de una antífona añadida, como señalan el estilo y el léxico tardíos y el paso de una perspectiva personal a la mesiánico-comunitaria. En cualquier caso, da al salmo un final esperanzado: “La actual etapa del pueblo es una etapa de castigo y sufrimiento, que Dios cambiará en salvación y alegría” (Alonso Schökel).


3. PISTAS PARA LA ORACIÓN.


¿Cómo rezar este salmo en cristiano? La situación actual en que nos encontramos los creyentes debiera ser un acicate para hacer nuestra esta oración:


A) Lo recordábamos al principio: el ateísmo es el fenómeno más grave de nuestro tiempo, nos decía la GS 19. Pero ese mismo documento añade: “En esta génesis del ateísmo pueden tener parte no pequeña los propios creyentes, en cuanto que, con el descuido de la educación religiosa, o con la exposición inadecuada de la doctrina, o incluso con los defectos de su vida religiosa, moral y social, han velado más bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la religión”. ¿Cómo no rezar, desde aquí, esta oración sintiéndonos profundamente interpelados por la contradicción que hay en nuestra vida de creyentes? ¿Cómo no experimentar la mirada de Dios sobre nuestro obrar injusto?


B) Enlazamos así con una segunda pista. El salmo nos dice que la injusticia es un acto de ateísmo. ¿Cómo no comprender entonces que “la lucha por la justicia es una prueba práctica y casi experimental de la existencia de Dios: toda victoria sobre la injusticia es un anuncio de la existencia de Dios” (G. Ravasi)? Con lo cual tendremos que examinar nuestra vida desde la óptica que señala Santiago: “Lo mismo que un cuerpo que no respira es un cadáver, también la fe sin obras es un cadáver” (Sant 2,26).


C) Por último, recordemos la interpretación que Pablo da del salmo en Rm 3,10-12: para él es el mejor texto bíblico para ilustrar la universal miseria humana. Más aún, frente a las interpretaciones de los rabinos, Pablo lanza el texto contra sus mismos compatriotas, invitándolos a una decidida autocrítica. También para nosotros, el nuevo Israel, la llamada de Pablo es urgente para no encerrarnos en una actitud de orgullo que nos lleve al rechazo.

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