PASÓ HACIENDO EL BIEN

“…Pasó haciendo el bien (Hch 10,38). ¿Caemos en la cuenta de la profundidad de esta breve frase, percibimos todo lo que oculta? Pasó…: así se mostró Jesús a los discípulos, como uno que pasa. Era un itinerante, un viajero, sin domicilio fijo, siempre de camino hacia un más allá. Llegaba y pasaba. Ni la multitud ni el desierto ni el lago ni el sepulcro pudieron retenerlo. Ni sus amigos ni sus enemigos. Iba siempre más lejos. Y todo el bien que hacía lo realizaba así, al pasar. Por supuesto que, cuando curaba enfermos, estaba presente, muy presente a los hombres y a sus necesidades materiales inmediatas. Pero nunca se dejaba enclaustrar en las expectativas de la gente. Suscitaba en ellos otra clase de hambre. Así hacía Jesús el bien: al pasar. Yendo siempre más allá. Pasando él y, a la vez, ayudando a pasar a los demás.

Siempre a la otra orilla, ¿a dónde iba? ¿Qué éxtasis le proyectaba fuera de los caminos trillados, siempre más lejos, siempre en éxodo? ¿Qué le hacía ir de ciudad en ciudad, de aldea en aldea? ¿Qué buscaba? Avizoraba el ausente, al que faltaba, al más alejado, al hombre perdido, sin nombre, sin rostro. Al leproso, al pecador, al reprobado. Al que pensaba de otra manera. Al que sentía distinto. ¿Qué atracción secreta le conducía hacia los seres de las sombras? ¿Qué luz guiaba sus pasos cuando el camino desparecía ante él y no había referencia alguna?”

Éloi Leclerc, El Dios Mayor. 

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