Monseñor Labaka y Sor Inés Arango

Cuando estaba en el noviciado, allá por 1996, vi un reportaje grabado de "Informe Semanal" que hablaba de un obispo capuchino español y una Terceriara Capuchina ecuatoriana que habían sido asesinados por los indios de la zona de Aguarico, en Ecuador. Fue una historia que me conmovió, sobre todo porque vi que era algo más que una muerte: Por amor a unos desconocidos Labaka e Inés entregaron sus vidas. Dicho de otro modo, mártires de la fe que vivieron hasta el final.

Concer esa figura de Labaka, hablar con su sucesor en Vicariato, Esteban Sádaba, también capuchino y otros misioneros como Roque Grandez, que convivieron con él y que rescataron el cadaver de la selva fue algo que no creo que olvide nunca.

Quizás por ser el Noviciado, quizás por que los misioneros que conocí en León encendieron la llama que Labaka alimentó y que los misioneros navarros en Ecuador conformaron hicieron que esa vertiente de la vida Capuchina, lo que se conoce como "Misión Ad Gentes" es algo que siempre me ha llamado la atención, y, por que no decirlo, ha creado una dependencia en mí. Dicho de otro modo, esa vida tiene algo, que no sé definir con palabras pero que me ha enamorado. Quizás Inés o Alejandro, u otros misioneros capuchinos o no que dieron su vida por fe pudieran decirnos la palabra correcta.

Su vida es toda una historia que merece la pena ser conocida. Otro día prepararé un texto más largo sobre su vida, pero algo hay que decir de él. Nació en Guipúzcoa. Estoudió en el Seminario de los Capuchinos en Lecaroz, Navarra y realizó sus estudios de teología en Pamplona. La misión fue algo que le llamó siempre la atención, tanto que estuvo destinado en Filipinas y en China, donde fue el último capuchino en salir, camino de Aguarico, con la condición de que si, algún día, las condiciones lo permitían seríua el primero en volver al gigante asiatico. En Coca, capital del Vicariato Apostolico de Aguarico, se decantó por el trabajo por los indios huaronies. Fue uno de los extrajeros que mejor habló la lengua indígena. Pasaba largas temprodass entre ellos, tanto que sucedieron dos cosas, que los indios le aceptaron como uno más, al ser adoptado por una familia indígena, y fue llamado, y no siempre como elogio, "el obispo de los índios". La zona de Aguarico es rica en petroleo, por lo que desde el principio se estableció una lucha entre las petroleras a las que se les había cedido grandes zonas de explotación en la selva y los grupos indígenas que vivían en esa zona. La Iglesia Catolica, encabezada por Monseñor Labaka, con el apoyo de Capuchinos, Terciarias Capuchinas y el resto de las organizaciones y movimientos católicos lucharon por la defensa de los indios y su derecho sobre la tierra que tanto años llevaban viviendo.

Monseñor siempre se puso de lado de los Huaronies, incluso en los momentos en los que las cosas se ponían muy difíciles para los más débiles, incluyendo las matanzas de indios por parte de los empleados de las petroleras. En uno de estos conflictos Labaka, acompañado por Ines, acude a una de esas comunidades para intentar mediar entre ellos y la petrolera, sobre todo para evitar muertes.

A los dos días de dejarles en el poblado el helicópetro, propiedad de otra petrolera de la zona, encontró los cadaveres de los dos religiosos, alanceados brutalmente. Creo recordar que Alejando tenía dieciocho lanzas clavadas e Inés doce.


Y lo más curioso, es que sucedió algo parecido a lo que nos contaba el Evangelio de hoy. Los dos granos que murieron dieron fruto. Ya que sus muertes supuso el inicio del reconocimiento de los derechos de lo Huaronies sobre las tierras en las que vivían. Y más aún, ningún Teagueri, clan que martirizó a los dos, fue acusado de su muerte. Siempre se ha responsabilizado, de manera indirecta, a las petroleras que están en la zona.

La cuestión es que hace unos días Wolfan Molina, un capuchino venezolano, que conocí cuando ambos coincidimos en Los Ángeles del Tukuko, en estado venezolano del Zulia, en una experiencia msionera, me ha enviado un vídeo sobre el testimonio de estos dos mártires, cuyo proceso de canonización sé que empezó, pero que no sé como está.

Quiero compartirlo con vosotros. Para que oremos por esos hermanos nuestros, gente normal, como nosotros, que un día, por amor, dejaron España y se fueron al extremo contrario del mundo, y no sólo geográficamente a mostrar cómo era el amor que vivían a gente que todavía no lo conocían. Espero que os guste

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