Vida consagrada e internet (Reflexión)

Nestor Wer publica en su blog esta reflesión. Y la verdad es que me gusta


vía Néstor Wer de tuguskan el 7/02/09

Internet es un gran espacio global habitado por millones de hombres y mujeres de nuestro tiempo, de diversas edades y culturas, niveles distintos de formación y diferentes credos. Entre ellos, también estamos las personas consagradas. En pocos años –esto corre que vuela– hemos visto surgir infinitos tipos de webs, blogs y desarrollos virtuales que han multiplicado posibilidades de comunicación y relaciones de todo tipo, convirtiendo la red en un lugar en el que, prácticamente, se puede hacer de todo.
En la web se puede comprar y vender, informar y deformar, entretenerse o aburrirse, relacionarse o esconderse detrás de un anonimato o "second life", bendecir y maldecir, construir o sabotear. Se puede también estudiar, formarse e incluso tener sexo. También se puede hablar de Dios, rezar y, si se quiere, dirigirse espiritualmente. No hay que temer a Internet. Al contrario de lo que piensan algunos, la red no es un espacio especialmente pecaminoso, sino, como dice Benedicto XVI," un potencial que bien utilizado es un auténtico don". Es, simple y llanamente, un reflejo de nuestro mundo. Habitar este mundo o ciberespacio es la puesta en práctica de una tendencia fundamental y constante del ser humano a ir más allá de sí mismo para entrar en relación con los demás.
Continuando con lo anterior, diría que Internet ha roto el paradigma de la comunicación abriéndonos a un espacio de libertad de expresión y opinión hasta ahora desconocido. No sólo fuera, sino también dentro de la Iglesia. Cualquiera puede crear (a bajo coste y con una inversión de tiempo mínima) su propio medio de comunicación o de expresión. Si no quiere llegar a tanto, puede participar en los innumerables foros y debates que se abren en cualquier lugar de la red. Cualquier comentarista anónimo puede dar noticia en cualquier blog de algo que atañe con mayor o menor importancia a la vida de la Iglesia. Ya no hay secretos. Cualquiera puede facilitar información más o menos segura. Nada hay oculto que no se pueda manifestar. Es necesario cambiar de clave y situarse en esta nueva perspectiva de la información y de la opinión que se abre también dentro de la Iglesia.
La vida consagrada ha sido invitada estos días por Benedicto XVI a imitar a S. Pablo, misionero por antonomasia. ¿Acaso Internet hoy no puede ser hoy para todos nosotros un nuevo areópago de Atenas? El papa nos recuerda que en los primeros tiempos de la Iglesia, los apóstoles y discípulos, para llevar la Buena Nueva en medio de un mundo grecorromano necesitaron tener una "atenta comprensión de la cultura y de las costumbres de aquellos pueblos, con el fin de tocar su mente y su corazón". Hoy, el anuncio de Cristo requiere "conocer con profundidad las nuevas tecnologías para usarlas después de manera adecuada". La red, sin duda, es uno de esos espacios vitales o lugares a los que hay que llevar también la Buena Noticia del Evangelio

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