Salmo 7 «Se levantará el Señor para juzgar justicia»

   
   
 
  
   
2. Señor Dios mío, a ti me acojo,
líbrame de mis perseguidores y sálvame;
3. que no me atrapen como leones
y me desgarren sin remedio.
4. Señor Dios mío: si soy culpable,
si hay crímenes en mis manos,
5. si he causado daño a mi amigo,
si he protegido a un opresor injusto,
6. que el enemigo me persiga y me alcance.
que me pisotee vivo por tierra,
apretando mi vientre contra el polvo.
7. Levántate, Señor, con tu ira,
álzate con furor contra mis adversarios,
acude a defenderme
en el juicio que has convocado.
8. Que te rodee la asamblea de las naciones,
y pon tu asiento en lo más alto de ella.
9. -El Señor es juez de los pueblos-
Júzgame, Señor, según mi justicia,
según la inocencia que hay en mí.

10. Cese la maldad de los culpables
y apoya tú al inocente,
tú que sondeas el corazón y las entrañas;
tú, el Dios justo.
11. Mi escudo es Dios,
que salva a los rectos de corazón.
12. Dios es un juez justo,
Dios amenaza cada día.
13. Si no se convierten, afilará su espada,
tensará el arco y apuntará.
14. Apunta sus armas mortíferas,
prepara flechas incendiarias.
15. Mirad: concibió el crimen,
está preñado de maldad, y da a luz el engaño.
16. Cavó y ahondó una fosa,
caiga en la fosa que hizo;
17. recaiga su maldad sobre su cabeza,
baje su violencia sobre su cráneo.
18. Yo daré gracias al Señor por su justicia,
tañendo para el nombre del Señor Altísimo.


1. AMBIENTACIÓN.

En un mundo en el que hablar de la justicia es una de sus constantes, pero en el que los gritos, tantas veces acallados por la impotencia, de todos los injustamente perseguidos, acusados injustamente y condenados sin apelación, se levantan, el Sal 7 adquiere un interés y una fuerza especiales, como oración ardiente y sugestiva de un orante juzgado injustamente y sin justicia condenado, un orante que, impotente en medio de los hombres que le condenan, mantiene enhiesta su fe y esperanza en el Señor, ‘juez de los pueblos’ (v. 9), que es ‘juez justo’ (v. 12), que examina su vida consciente e inconsciente (v. 10) encontrándolo justo e inocente.


La lectura atenta, mejor, la oración humilde de este salmo trae a nuestra mente aquella otra protesta de inocencia que lanzaba al cielo aquel hombre atormentado, pero profundamente creyente, que fue Job: «Si del camino recto se apartaron mis pasos, si mi corazón corrió tras de mis ojos y a mis manos se pego mancha alguna, ¡lo que siembre yo otro lo coma, y sean arrancados mis retoños!» (Job 31,7-9). Pero este salmo, el más sugerente de todo el salterio, según W. Oesterley, nos trae también los gritos de inocencia de tantos perseguidos, ultrajados y pisoteados de este mundo nuestro. Y ante esos gritos que piden justicia, nosotros, creyentes, elevamos la voz al «Dios que es juez justo» (v. 12) pidiendo justicia.


2. ANÁLISIS.

Este salmo es una súplica ardiente, encendida, corno nos indican los imperativos que encontramos a lo largo de él: ‘líbrame, sálvame’ (v. 2), ‘levántate, álzate, acude’ (v. 7), júzgame (v. 9). Sin embargo no se sienten cómodos ante é1 los especialistas. Así lo confiesa claramente uno de ellos: «De siempre el Sal 7 ha sido tratado con una impresión de fastidio. El texto no es límpido y presenta, en las distintas versiones, variantes considerables: la estructura es difícil de desenredar; el género oscila entre la lamentación individual con una apasionada llamada a la salvación, el ‘juramento de inocencia’ y la liturgia del juicio de Dios en el templo; la sucesión de temas y formas ha hecho sospechar la posible presencia de más de un texto unido de forma ficticia; la ley del talión, afirmada en el v. 5, ha conturbado al lector cristiano… (Por eso) el único dato seguro parece ser la tonalidad general, imperceptible quizá, pero fácilmente localizable en la época y clima posexílicos” (G. Ravasi).


Para una comprensión mejor y, en consecuencia, una oración más sincera, hemos de hacer un acercamiento al salmo en tres pasos sucesivos:

A) La primera cuestión que se nos impone es la posible unidad o no del salmo. Algunos autores, como L. Jacquet, distinguen tres grandes partes, agrupadas de esta manera: salmo primitivo (vv. 2-6.13b-18), salmo posterior (vv. 7-10b); consideraciones de tipo sapiencial (vv. 10c-13 a). Sin embargo otros, como Ravasi y A. González, prefieren hacer una lectura unitaria de esta llamada ardiente a la justicia divina, porque «los argumentos para una posible división no son jamás decisivos» (G. Ravasi) y porque «el de cambio no es criterio decisivo para juzgar la unidad» y «e1 lenguaje, hecho de símbolos e imágenes comunes a otros salmos, le hace perderse en un bosque de trazos desunidos. en el que se podría descubrir del mismo modo a cualquier enemigo y en cualquier circunstancia” (A. González). Podemos, pues, partir de este sentido unitario del salmo que gira en torno al juramento de inocencia, desarrollado en tono de lamentación y en el que la confesión central es clara: el Señor, el ‘Dios justo’ (v. 10), ‘juez justo’ (v. 12), intervendrá para acabar con la injusticia..


B) A lo largo de1 salmo aparecen una serie de simbolismos que podemos agrupar en estos conjuntos:


- el esquema o simbolismo judicial: Es el más evidente, postulado, por otra parte. por el juramento de inocencia. Podríamos decir que los conceptos de juez y justicia son el eje fundamental del salmo. Dios, el Señor, aparece sentado como ‘juez justo’, rodeado por la ‘asamblea de las naciones’ (v. 5);

- el esquema o simbolismo militar: aparece diseminado por todo el salmo: en la autoimprecación que el orante lanza sobre sí mismo (v. 6), en la presentación del Dios justo (vv. 11-14);

- el simbolismo zoomorfo: es frecuente en los salmos y aparece claramente en el v. 3: el símbolo de la fiera que desgarra a su víctima, aparece íntimamente unido a la actuación del acusado injusto. En el v. 16 vuelve a aparecer el simbolismo bajo el aspecto de la caza;


- el simbolismo materno, presente en el v. 15 que nos recuerda el texto de Is 26,17-18: «Como mujer encinta, para dar a luz, se retuerce y grita en sus dolores, así nosotros ante ti, Yahvé. Habíamos concebido, en dolores estábamos, mas sólo viento hemos dado a luz»; o Is 33,11: «Heno habéis concebido, paja daréis a luz; mi soplo es un fuego que os devora».


C) Desde estas precisiones, podemos hacer un acercamiento a cada una de las partes del salmo según la clasificación que propone Ravasi:


- súplica inicial (vv.2-3): Es, antes que nada, una profesión de fe, de confianza y amor en quien es más poderoso que la injusticia. Ante la maldad que le aprieta por todas partes y que le hace hundirse en una angustia existencial el orante se acoge y refugia en el que puede ser su salvación;


- juramento de inocencia (vv. 4-6), realizado según lo prescrito en 1Re 8,31-32. Aparece aquí con un doble elemento: la confesión de pecados no cometidos y la pronunciación de una automaldición «expresada por una serie de imprecaciones barrocas, de vivos colores, típicamente orientales» (G. Ravasi);

- la audiencia divina (vv. 7-14): porque se sabe inocente, porque no tiene por qué temer a la ira de Dios, el salmista lanza su grito pidiendo justicia en la presencia solemne y majestuosa del ‘Dios justo’ (v. 10). La fuerza de la petición queda manifiesta en los imperativos (v. 7) y en la actitud del orante que no teme la mirada penetrante del ‘juez justo’ dirigida a desvelar todo lo que hay en su existencia consciente e inconsciente. Por otra parte, porque Dios conoce todo, porque ‘sondea el corazón y las entrañas’ (v. 10), el salmista se presenta con confianza ante esta ‘audiencia divina’, esperando la defensa de Dios y la condena del malvado, porque «la justicia no es otra cosa que vengar, lo cual es para el impío destrucción y salvación para los justos» (A. González);


- reflexión sobre el mal (vv. 15-17): con un tono sapiencial, el salmista reflexiona sobre el mal pidiendo el castigo del malvado;


- conclusión (v.18): es un final litúrgico. El orante da gracias a Dios, juez justo, porque es el ‘escudo’ (v. 11a) que defiende a los inocentes, porque ‘salva a los rectos de corazón’ (v. 11b), porque los acoge como un lugar de refugio (v. 2). De ahí que se pueda decir que, desde esta conclusión, «esta 'oración del perseguido' es el canto de la confianza... y, con esta antífona final, es también el canto de la paz y la serenidad» (Ravasi).


3. PISTAS PARA LA ORACIÓN.

Desde este acercamiento que hemos realizado, se nos están dando pistas para facilitar la oración cristiana de este salmo. Concretando un poco más el tema, podemos señalar estas pistas:


A) Litúrgicamente el salmo es usado en dos momentos importantes:

- en la Liturgia de las Horas aparece en la hora intermedia acompañado de este título: «Mirad que el juez está ya a la puerta» (Sant 5,9). Es, pues, una llamada a permanecer vigilantes en la lucha por la justicia, porque el Dios, juez justo, llega a defender los derechos de los injustamente acusados y perseguidos;

- en el leccionario de la misa aparece acompañando, como salmo responsorial, a Jer 11, 18-20: «Yo, como cordero manso, llevado al matadero, no sabía los planes homicidas que contra mí planeaban... Pero tú, Señor de los ejércitos, juzgas rectamente, pruebas las entrañas y el corazón». Desde este texto el salmo adquiere un matiz cristológico: Cristo, el gran inocente injustamente acusado.


B) Esta aplicación a Cristo, que «pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo» (Hech 10,38), nos la sugiere también el texto de 1Pe 2,22-23: «Él no cometió pecado ni encontraron mentira en sus labios; cuando le insultaban no devolvía el insulto; mientras padecía, no profería amenazas; al contrario, se ponía en manos de quien juzga rectamente».


C) Desde las notas anteriores podemos decir que cualquier creyente puede rezar este salmo en nombre de la Iglesia, injustamente acusada e injustamente perseguida, en nombre de tantos oprimidos e injustamente perseguidos a causa de su raza, sexo, condición social, religión... Pero, al orar este salmo, el creyente debe además sentirse comprometido en el esfuerzo por la construcción del reino de Cristo: «el reino de la verdad y la vida, el reino de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, el amor y la paz».

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