Salmo 5 «La primera señal de la vida humana es el grito» (S. Kierkegaard)

2. Señor escucha mis palabras,
atiende a mis gemidos
3. haz caso de mis gritos de socorro,
Rey mío y Dios mío.
A ti te suplico, Señor
4. por la mañana escucharás mi voz,
por la mañana te expongo mi causa
y me quedo aguardando.
5. Tú no eres un Dios que ame la maldad
ni el malvado es tu huésped
6. ni el arrogante se mantiene en tu presencia.
Detestas a los malhechores,
7. destruyes a los mentirosos:
al hombre sanguinario y traicionero
lo aborrece el Señor.
8. Pero yo, por tu gran bondad entraré en tu casa,
me postraré ante tu templo santo
con toda reverencia.
9. Señor, guíame con tu justicia porque
tengo enemigos, alláname tu camino.
10. En su boca no hay sinceridad
su corazón es perverso:
su garganta es un sepulcro abierto,
mientras halagan con la lengua.
11. Castígalos, oh Dios, que fracasen sus planes:
expúlsalos por sus muchos crímenes
porque se rebelan contra ti.
12. que se alegren los que se acogen a ti
con júbilo eterno:
protégelos para que se llenen de gozo
los que aman tu nombre
13. porque tú, Señor, bendices al justo
y como un escudo lo cubre tu favor.

1. AMBIENTACIÓN.

“Nos impresiona una invocación a Dios hecha con palabras tan fuertes, con tanta pasión, casi con toda la escala de tonos humanos originarios. Nos parece exagerada, pero no irreligiosa. Para nosotros, la religiosidad se ha convertido en sinónimo de una disposición de ánimo bien templada, caracterizada por una impasibilidad privada de contrastes y por la represión y eliminación de todos los afectos fuertes. Por ello estamos habituados a un estilo de oración en el que ya no se grita, sino que todo está envuelto por la mediocridad» (G. Ebeling).


Son estas palabras la mejor presentación y síntesis de este salmo que puede ser encuadrado entre las súplicas personales, aunque podría ser contado también entre los salmos de inocencia, presentando incluso categorías sapienciales. Con todo, la tonalidad prevalente es la de lamentación: es el grito amargo y contenido a Dios que parece sordo y mudo, para que vuelva a brillar su luz en el horizonte de un ‘creyente sin Dios’. Localizado probablemente en el templo, lugar de la presencia de Dios y, por ello, símbolo de su protección, está rodeado de una atmósfera de serenidad que mana del convencimiento de la presencia de la gloria de Dios.


Se trata, pues, de un tipo de ‘oración de la mañana’, hecha súplica ardiente contra las angustias y amarguras de la existencia a la vez que presentación de un plan de vida moral y religioso.


2. ANÁLISIS.


Un rápido acercamiento al salmo nos permitirá comprender la fuerza de esta plegaria matinal, a fin de convertirla en oración nuestra:


A) Debemos destacar, antes de nada, una serie de caracteres generales:

- en primer lugar, la libertad de expresión y el fuerte sentido de la justicia que se extiende por todo el salmo, junto a la intensidad del sentido moral estimulado por el mensaje profético;


- el empleo de la síntesis para describir al justo y al impío: en una doble oposición el salmista presenta a ambos en sus actitudes éticas y religiosas. El impío, que es aborrecido. por Dios y no goza de su intimidad (vv. 5-7), ve fracasar sus planes porque se rebela contra Dios (vv. 10- 11). El justo, en cambio, que es amado por Dios, huésped suyo, guiado por su justicia (vv. 8-9), experimenta la protección de Dios que lo protege como un escudo (vv. 12-13);


- la utilización de una serie de metáforas anatómicas que, aplicadas al impío (v. 10), están cargadas de connotaciones negativas, pero que, referidas al Señor todopoderoso (vv. 2.6a), señalan su cercanía y proximidad, pese a la sensación de ausencia: él escucha atentamente y mira con complacencia al justo;


- hay, por último, una serie de referencias al lugar sagrado del templo (vv. 8-9) en el que, por la mañana (v. 4), «momento de la aparición benéfica de Dios con sus palabras de concesión», el orante expone su oración intensa y confiada.



B) La estructura del salmo es la típica de las súplicas: una estructura triangular encuadrada entre una obertura y una conclusión litúrgica:


* la obertura (vv. 2-4) nos presenta una oración intensa (nos lo indica la variedad de verbos empleados) y perseverante (expuesta la causa, espera en permanente tensión). En esta presentación aparecen dos protagonistas: el orante que, desde su conciencia de criatura, lanza ante Dios su oración nacida como grito de su ser entero. Pero está también Dios que es trascendente, mas, manifestándose en Sión, se hace cercano al ser humano oyendo y mirando sus problemas. Por eso, hecha la presentación de la propia causa a este Dios, el orante se mantiene en espera vigilante y cargada de tensión;


- en el cuerpo del salmo nos encontrarnos con los tres personajes centrales:


a) Dios (vv. 5-7), descrito no como una fuerza ciega, sino como un ser personal, absolutamente santo, con el que no pueden tener compromiso los impíos, los violadores de las leyes morales o religiosas;


b) el orante (vv. 8-9), hombre fiel a Yahvé y ante quien se le abren las puertas del templo: en él es acogido por la bondad y la justicia de Yahvé. Lo cual hace surgir en su conciencia la convicción profunda de la gratitud de la salvación: sólo la fuerza y la fidelidad del Señor le protegerán de los enemigos;


c) los enemigos (vv. 10-11) descritos, a través de metáforas anatómicas, en las cuatro facetas fundamentales de su vida: en su boca no hay sinceridad, su corazón está poseído por la destrucción, su garganta está pronta para causar la muerte, mientras que su lengua navega en la ambigüedad. Por eso, en una explosión de ira y venganza, el salmista pide su castigo (v. 11), porque se han rebelado contra el Señor;


- el final litúrgico (vv. 12-13) nos expresa el pensamiento central de todo el salmo, lo que el salmista cree y espera: que Dios bendice al justo, que, como un escudo, lo protege de todo mal. Por eso brotan espontáneamente en él la alegría y el optimismo, porque Dios está con él y amorosa y gratuitamente lo protege.


3. PISTAS PARA LA ORACIÓN.


La liturgia ha mantenido el carácter matinal de este salmo que, en todas las familias litúrgicas, aparece en la oración de la mañana. Esto puede ayudarnos a hacer de él una lectura cristiana:

A) Nos ofrece un esquema de oración cuando comenzamos una jornada en medio de un «mundo que está en manos del malo» (1Jn 5,19). Para no ser vencidos por el mal ni caer en la tentación de los ídolos, necesitamos de la defensa del ‘escudo’ protector de Dios, de su bendición que garantiza nuestra victoria.


B) Pero nos presenta también un programa de vida: frente a los que hacen una opción de ateísmo, de rechazo de Dios, se nos propone una meta: alinearnos con Dios frente a la maldad, la mentira, la traición y la injusticia.


C) Esta lectura cristiana del Sal 5 nos viene también facilitada por tres textos bíblicos a los que acompaña como salmo responsorial:


o en 1Re 21,1-16 la muerte injusta de Nebot nos hace orar con el Sal 5 por todos los inocentes que no tienen más ayuda que la fidelidad y la bondad de Yahvé,
o Am 3,1-8; 4,11-12 es una crítica a la infidelidad de Israel. Desde ella debemos entender el Sal 5 como un programa de vida que responde fielmente a la alianza con el Señor,
o acompañando 1Cor 5,1-8 (rechazo del pecador público), el salmo nos presenta una exigencia de conversión constante, conversión que es ponerse permanente en los caminos de justicia por los que Dios nos conduce.


Al comienzo de la jornada, amenazados por tantos enemigos, tenemos, con todo, motivos para la espera alegre y confiada: el Señor bendice al justo y lo protege con un escudo.

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