Diarío de Jesús -5-


Me gusta caminar por las mañanas antes de que salga el sol. El bosque que rodea el pueblo es mi lugar preferido. El canto de los pajarillos me hace pensar en Yahweh que dispuso, junto al colorido de las flores, una nota musical. Y las vacas, de pie o tumbadas, rumiando sin parar, lentamente, con to el tiempo por delante, transmitiendo serenidad. La naturaleza es un maravilloso espejo que refleja la fuerza, la sabiduría y el amor del Altísimo. Me vienen espontáneos los versos del salmo: “Las colinas se orlan de alegría, las praderas se cubren de rebaños, y los valles se visten de mieses que aclaman y cantan”.
Vuelvo a casa, y mamá me tiene preparado un pescado frito, unos panecillos, un cuenco de leche y una manzana. Sonríe viendo mi apetito. Le doy un beso y… a la carpintería. Ella toma su cántaro y sale a buscar el agua de la fuente. Sin agua no hay limpieza, ni vida y los geranios reclaman su ración de frescura para hacer frente al sol de mediodía
(foto: Lago de Cafarnaún desde las montañas del lado norte, cerca de Nazaret)

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