Diarío de Jesús -4-

Se supone que los sábados son para descansar. Pero había que ir a la sinagoga. Escuchábamos la Biblia. A veces la lectura hacía pensar. Otras veces resultaba anodína y fría. Luego el rabino se ponía un poco pesado con sus instrucciones: "Antes de comer hjya que lavarse las manos y brazos hasta el codo; recuerden los animames impuros que viven en la tierra: el ratón, el topo, el lagarto... y todo bicho que se arrastra sobre la tierra es abominable". Parecía una clase de zoología. ¿Es que Dios no ama a todos los vivientes?
Cuando salíamos de la sinagoga, respirábamos. Y en la plaza teníamos oportunidad de reunirnos los jóvenes, comentar los acontecimientos de la semana, que no eran muchos, y sonreir a las muchachas. La vida es bella y no sé por qué nos empeñamos en hacerla insoportable a fuerza de leyes y normas. No me imagino a Yahweh como un viejo cascarrabias.

(Foto: Sinagoga de Masada. Habilitada en el siglo XX en las ruinas de la fortaleza judia)

Comentarios

  1. Ese Bazarra es un fenómeno. Preciosas palabras las suyas. ¿No es más creíble un Jesús sonriendo a las muchachas que un Jesús mayestático, ontológicamente perfecto y aburrido, casi, de sí mismo?

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