A propósito del amor

El evangelio de hoy ("los dos mandamientos principales consisten en amar a Dios y en amar al prójimo como a uno mismo") me ha hecho recordar unos veros de Octavio Paz, poeta mexicano, que leí hace tiempo. Son estos:

Amor: reconciliación con el Gran todo
y con los otros, los diminutos todos innumerables.

Dicen, creo, lo mismo que el evangelio:

1/ sólo saliendo de nosotros mismos nos amamos de verdad
2/ en las relaciones humanas descubrimos cómo es Dios y cuánto de Dios hay en cada uno.

Comentarios

  1. El sábado en tu homilía, muy buena por cierto, decias que el mandamiento más importante era¨Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo¨ pero muchas veces el "amar a Dios sobre todas las cosas¨se nos pasa pues tenemos otras cosas que nos parecen prioritarias, en mi caso la preocupación por los problemas de mis hijos a mi me parece que eso no es poner a mis hijos delante de Dios, creo que va todo junto. No se si me explico. Abrazos. NÎ HÂO

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  2. Tienes toda la razón. Si dije eso no era mi intención, ya que para mi amor a Dios es inseparable del amor al prójimo. Y el prójimo es ante todo el próximo, por eso querer lo mejor para los tuyos es normal, lógico y necesario.

    Pero lógicamente sin caer en el error de decir, "solo importan ellos, lo que les pase a los demás me es indiferente". Un amor es radical, no entiende de precios o condicionamientos, por eso un amor sólo a la familia es un amor castrado y lastrado. Lo ideal, lo que nos tenemos que pedir es buscar un amor universal, tipo Francisco de Asís.

    Abierto a todos, sin distinción y sin olvidos ni indiferencias.

    No sé si ahora me explicado mejor. Tú dirás

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