Hermano Mundo

Razón de amor. Esta es la única que nos impulsa a decir hermano mundo. Razón de sentirnos incondicionalmente amados por el Padre. Razón de saber que somos los seres del amor.

El mundo —¡qué palabra!— es complejo, siempre lo fue. Los filósofos intentan descifrarlo, desgastan sus molleras en tratar de comprenderlo, acumulan teoría sobre teoría y las ofrecen a los hombres. Todas buenas, todas parecen ser la cierta, pero ninguna satisface por entero la inquieta curiosidad del ser humano. ¿Qué es el mundo? ¿Cuál es el sentido de las cosas? ¿Por qué el dolor, por qué la muerte, para qué la vida?

Las personas de ciencia son capaces de mucho, parece que saben ya todo lo que hay que saber sobre este mundo y se han lanzado a conquistar planetas, a medir círculos de estrellas, a limpiar el polvo de los agujeros negros. Pero del mundo, es decir, del sentido profundo del mundo, nada, a ciegas, como el primer día. Cansados de la realidad, algunos se han inventado la realidad virtual.

Hay otros que no han perdido la inocencia, la posibilidad de abarcar más con la mirada. El mundo ha sido elevado a objeto artístico, exaltado en su belleza por los pintores, recreado en su diversidad por los poetas, cifrado en su misterio por los músicos. El mundo es hermoso y cautiva la imaginación del hombre.

Contra éstos, los revolucionarios proclaman que no estamos para versos ni para reflexiones inútiles. El mundo es un desastre, la gente pasa hambre, unos pocos lo tienen todo y la mayoría no tiene nada. ¡Hay que cambiar el mundo! Y, ¿quién no quisiera ver transformada en paz la guerra, el hambre hecho bienes compartidos, en consuelo el dolor?

Incluso existe la posibilidad de escapar del mundo, encaminar los pasos por la autopista del egoísmo y no querer saber de nada lo más mínimo. Todo con tal de no ver un panorama desolador.

Hace casi ochocientos años que Francisco de Asís compuso el Cántico de las Criaturas. En él eleva su voz a Dios para agradecerle la existencia de todo lo creado, y se dirige a las criaturas de una forma desconcertantemente familiar, íntima: llama hermanos a todos los seres. Al sol y a la luna, al agua y a las estrellas, al fuego..., pero también al dolor, a la enfermedad y a la muerte. ¿Francisco es un poeta? Sí, y un gran poeta, pero más que eso: está enamorado.

Hoy, algunos hermanos que compartimos el sueño de Francisco tratamos de responder con sinceridad a estas preguntas: ¿Qué decir del mundo? ¿Es posible aún, sin que sea una palabra fácil, una palabra gastada por el uso, llamar al mundo hermano?

Volvemos al principio: razón de amor. Si amas, creo que así será, ya sabes que esto del amor no tiene mucha lógica. O mejor dicho: tiene una lógica particular, donde dos más dos casi siempre suman cinco. El que ama no calcula cuánto de su amor pierde en cada gesto, cuánta vida entrega en cada palabra que pronuncia. El que ama no tiene obligación de entenderlo todo. Pero, ojo, el amante no es un tonto al que igual le dé blanco que azul. En el buen amor la exigencia es imprescindible, la mirada serena que orienta, la palabra que corrige y hace ver la luz.

Amamos al mundo porque es nuestro hermano. Y dicho al revés sigue siendo verdad: el mundo es nuestro hermano, porque lo amamos. Nos duele el mundo, nos duelen las epidemias que provoca el hombre, la contaminación del aire, la destrucción de las ideas. Nos duele la violencia y la quema de los bosques. Porque lo amamos nos hace daño ver sufrir al mundo, injustamente repartidas sus riquezas. El mundo, muchas veces, nos destroza el corazón, nos desconciertan el caos que trae consigo un terremoto, las estadísticas sobre la desnutrición infantil, el terrorismo, los animales que se extinguen. A fuerza de amar, se nos llenan de lágrimas los ojos, la esperanza se nos llena de miseria. Pero lo amamos, y lo único que sabemos hacer es amar. Desde el compromiso, desde el pensamiento justo, desde el lúcido obrar. Buscamos en Su palabra qué quiere Dios para el mundo.

Creemos que Dios tiene un plan sobre el mundo, ¡y que ya se está realizando! Su proyecto es abrir hacia el infinito los límites de su Tienda, dar en ella espacio a todos. La idea de Dios es que hagamos del mundo un lugar apto para que todos los que viven sean dioses, hijos del Dios vivo, habitantes ligados por un vínculo común. La imagen de Dios es el hermano mundo. En esto creemos. Razón de amor.

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