Divagaciones para comenzar

Como sabéis este verano he estado, otra vez, en Venezuela. Este año he estado en Caracas y en la Gran Sabana. Ha sido toda una experiencia, no sólo por conocer sitios como Wonken o Kavanayen, o ver los grandes tepuis (¿o se dirá tepueyes?) como Roraima o Kanaima. También ha sido una buena oportunidad para conocer a hermanos que no conocía. Uno de ellos ha sido el hermano Juan Francisco Santos.

Tiene una biografía extensa en lugares y experiencias. Un venezolano de vida nacido en Palencia, más concretamente en Magaz de Pisuerga. Es uno de los cuatro hermanos Santos (de vocación y de sangre): Julio, Adolfo, Carmelo y él. Sé que fue el director de la Escolanía de San Antonio, en Madrid (Como anécdota decir que en esa escolanía empezó a cantar un niño más tarde conocido como Raphael, pero antes de la época de Juan Francisco). Y en Venezuela fue uno de los primeros capuchinos en el Vicariato Apostólico de Machiques, siendo, entre otras cosas el primer párroco de Las Piedras y uno de los superior de la Misión. Toda una vida entregada a la misión y a vivir el carisma capuchino. Y aunque me pueda decir algo también decir que es un hermano respetado por sus quintos y querido por los jóvenes capuchinos. Entre los que me incluyo.

En la actualidad reside en la parroquia de San Antonio de Macaracuay, en el este de la capital venezolana, atendiendo esa parroquia, junto con dos hermanos recién destinados a la misma, lo que le hace ser el veterano de la fraternidad. Una de sus muchas virtudes es la capacidad de escribir, y hacerlo muy bien. Este verano he podido leer, por encima, algunas de las cosas que escribe con intención de publicar en la Revista "El Mensajero Seráfico", revista capuchina.

Por eso no resistí la tentación de invitarle a que también nos dedique, siempre que pueda algunas palabras. Sé que os gustarán y que este blog va a subir de calidad al contar con sus escritos.

Os dejo con su propia presentación:

Si digo la palabra Macaracuay, pensarán muchos que es un nombre indígena. Y piensan muy acertadamente. Pero hoy Macaracuay es una urbanización de clase media en Caracas. Desde este punto concreto de la geografía venezolana, donde me encuentro, por insinuación de mi querido hermano Emilio, trato de establecer comunicación con todos los lectores de este medio, tan útil y, yo diría, tan simpático.

Ante todo encuentro una plataforma estupenda para dejar constancia que el tiempo de ausencia de Emilio de esa Parroquia viguense, no fue para tomarse unas vacaciones. Aquí estuvo parte de su tiempo trabajando, pues mis limitaciones no me daban para atender debidamente a la Parroquia en la ausencia del Párroco. Posteriormente marchó a la Gran Sabana a seguir trabajando. Es posible que él haya rotulado, al menos mentalmente, este tiempo como de vacaciones, pues por lo que he podido conocerle, está siempre dispuesto a captar el día a día, con todos los matices que le dan las personas, los ambientes, los contrastes. Sobre todo, he captado su gran preocupación social. Toda esta variedad ha podido darle un sentido vacacional, pues ha representado el “vacar” de sus obligaciones habituales, tanto en la Fraternidad donde reside, como en la Parroquia.

Para mí, acercarme a Vigo, así sea a través de estas líneas, es recordar aquel abril del año 1958, fecha en que desde ese puerto embarqué hacia Venezuela, donde ya he cumplido cincuenta años de permanencia. Recuerdo aquella iglesia, aquel convento con su huerta, todavía en un ambiente muy tradicional. Unos años antes había visitado Vigo con la Escolanía de niños cantores de San Antonio de Cuatro Caminos, con motivo creo que de una fecha aniversario de los Jueves Eucarísticos. Los niños disfrutaron de la atención de un buen grupo de familias, que se hicieron cargo de su alojamiento. Actuamos, a parte de en la iglesia y por radio, en el teatro Ronsel, con un concierto, donde los niños fueron muy aplaudidos. Para ellos esos días supusieron salir del ambiente cotidiano de pobreza, pues todos ellos procedían de las familias más humildes de la barriada.

Basta por el momento como puerta de entrada. Todas estas divagaciones me están sirviendo simplemente para introducirme en este blog, a fin de ayudar a compartir y encontrar uno de los mil y pico escapes, que siempre nos hacen bien.
Juan Francisco Santos

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