Beato Santiago Ghazir









"Queridos hermanos:

Tengo el gozo de comunicarles que una vez más nuestra Orden tiene un motivo para alegrarse y agradecer al Señor por el don de la santidad, en particular de una santidad nacida y desarrollada en una tierra hoy particularmente atormentada: El Líbano.

El 22 de junio de 2008, en Beirut, Abuna Santiago de Ghazir será proclamado beato. Con confianza ponemos nuestros ojos en el nuevo Beato que ha hecho mucho por aliviar los sufrimientos de los pobres de su tiempo, para que obtenga del Señor la reconciliación y la paz para el mundo y para El Líbano."



(foto: cuadro oficial para la beatificación) Estas palabras no son mías. Son las primeras palabras con las que empieza la Carta Circular que ha publicado Fr. Mauro Jhöri, Ministro General de los Capuchinos, con motivo de la beatificación de Abuna Santiago de Ghazir, capuchino.

Nació en Gahzir, un pueblo a las afueras de Beirut en 1875.. Era el tercero de 8 hijos de una familia cristiana maronita. Tras estudiar hasta los 16 en Beirut marcha a Alejandría a continuar sus estudios. Allí, tras conocer a un sacerdote, del que guardó siempre un mal recuerdo y la sencillez de un capuchino decidió ingresar en la Orden. Tras unos meses de "luchas" con su padre, inicia el noviciado en el convento de San Antonio de Padua en 1894. Tras los estudios necesarios es ordenado sacerdonte en Beirut el 1 de noviembre de 1901.

Sus primeros trabajos son el la organización económica de las casas de los capuchinos en El Líbano. Después se encarga de la dirección de las escuelas que tienen los capuchinos cambiando el formato que hasta ese momento se tenía. En vez de tener pocas grandes escuelas se decantó por tener escuelas pequeñas pero mucho más numerosas. Así en 1910 se encarga de 230 escuelas con un número aproximado de alumnos de 7.500.

La Primera guerra fue una pruebva dura ya que los capuchinos franceses que le acompañaban tuvieron que salir del pais tras la invasión turca. El cansancio, las penurias y la enfermedad casi acaban con él. Pero el fin de la guerra trajo consigo la vuelta de los hermanos franceses, por lo que, más tranquilo y liberado pudo atender a la Tercera Orden de El Líbano, fundada por él. También centró su atención a la ayuda de las mujeres y niños que se quedaron sólo tras el conflicto bélico.

(foto: Jall-Eddid, donde puso la primera cruz. Más tarde fundaría hospitales y escuelas)

Como lugar simbólico y de homenaje a las victimas y a los exiliados consigue levantar una cruz en el monte Djimms, que pasaría a ser conocido como el Monte de la Cruz. Todo un gesto que consiguió unir a todos los cristianos, fuera cualfuera su confesión y también con los musulmanes en ese lugar de oración.

El contacto con sacerdotes ancianos y enfermos le hizo ver una necesidad que había en su tierra, por lo que con la ayuda de las Franciscanas de la Inmaculada Concepción de Lons-le-Saunier funda la Congregación de las Hermanas Franciscanas de la Cruz del Líbano. Congregación dedicada a la atención hospitalaria de los sacerdotes, cuidado de disminuidos físico y psíquicos y también de la educación de los huérfanos.

Con las hermanas se lanza a una campaña de fundaciones de hospitales y escuelas para atender a los más necesitados. Así, por ejemplo, funda en 1951 en Jall-Eddid el Hospital de la Cruz, que es actualmente el mayor centro psiquiátrico de Oriente Medio.

Tras ardua tarea pasará a la casa del Padre el 26 de junio de 1954.

Fue una persona querida por todos, cristianos o no. Era conocido por “Gran Constructor”, “Apóstol de la Cruz”, “San Vicente de Paúl del Líbano”, “Nuevo Cottolengo”, “Nuevo Don Bosco”. El gobierno de El Líbano le concedió la Medalla de Orod del Cedro de Primera clase por toda su labor. Uno de sus lemas era: “Seamos semejantes a la fuente que no le dice nunca al sediento: dime primero de qué país vienes, de otro modo no te daré de beber”

(foto: hospital de la cruz)

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