¿Cristianos durmientes?

Juan me ha hecho llegar el siguiente texto que nos puede ayudar a reflexionar de cara a la Vigilia Pascual que celebraremos mañana, y para la Pascua. Y para todo el año. Es un atrículo firmado por Xosé Manuel Domínguez.

Antaño se enseñaba que los miembros de la Iglesia Católica formaban tres grandes grupos: el militante, que “peregrina” en la tierra trabajando por el Reino; el purgante, formado por aquellos que, tras su muerte, están purificándose para poder entrar en la vida eterna, y el triunfante, formado por aquellos bienaventurados que ya están en la presencia de Padre.

Pues bien, hoy podríamos añadir otra categoría más: la Iglesia de los cristianos durmientes.

Pertenecen a este grupo los que bautizan a sus hijos por la Iglesia y gustan de convocar un montón de sacerdotes para celebrar el funeral del padre o de la madre (pues hasta esto cuantifican y toman como criterio de distinción y clase), pero pasan el resto de su vida ignorando a esa Iglesia a la que dicen pertenecer. Espiritualistas el domingo de doce a doce y media y materialistas el resto de la semana, viven con desgana todo lo que suene a religioso.

Intercambian ritos por seguridad, buscadores de precauciones, de prudencias, de virtudes adornadas de adormidera. Falsos creyentes a los que su tibieza les llevó a considerar virtuoso lo que no es sino la dimisión de sí mismos. Y así terminan por llamar mansedumbre a la debilidad de carácter, humildad a su impotencia, resignación a su cobardía. Y son los que, al final, termina por protestar y enfadarse cuando Dios no se repliega a su voluntad: Hágase mi voluntad, así en el cielo como en mis tierras.

Se acuerdan de la Iglesia-institución sólo para criticarla. Y en esto andan bien despiertos en no dejar títere con cabeza. Son especialistas en criticar al Papa: si viaja, porque viaja; si no, porque no viaja. Si es viejo, porque es viejo. Y si es viejo y viaja, aún peor. Y critican al obispo, y al cura de la parroquia y a éste y aquel movimiento.

Sólo ellos, más allá del bien y del mal, parecen estar en la verdad sobre lo que la Iglesia debiera ser. Pero a la vez que critican, no mueven un dedo por hacer las cosas bien. Ni por hacerlas mal. Y a quien hace, se le asaetea, se le somete a todo tipo de críticas, enmiendas, correctivos y sermones. Ni hacen ni dejan hacer. No quieren compromisos pero no soportan el compromiso de otros. Y desde su mirador, critican, se quejan, exigen y pontifican ex cathedra.

Despiertan sólo para asistir, tediosamente, a alguna procesión, al rito de alguna boda, o para “hacerle la primera comunión” al niño (lo cual cada vez consiste más en la copiosa comida postsacramental, que en el mismo sacramento, no faltando nunca quien aconseje al cura que “termine rapidito” que les esperan en el restaurante.

Asisten “religiosamente” a ver el partido de fútbol el sábadso y el domingo y estresados durante la semana, pondrán siempre todo tipo de excusas para asistir a alguna reunión formativa. Pero siempre tendrán tiempo para un viajecito de fin de semana, para ir de rebajas o para echar alguna horita extra en la empresa. El euro es el euro.

Rechazan toda opinión que venga de la “jerarquía católica”, como “imposición intolerable” pero se abrirán de par en par, acrítica y atolondradamente, a cualquier opinión ajena, dicha por cualquier persona en cualquier lugar, especialmente a aquellas que atacan a su propia iglesia, sin hacer el mínimo esfuerzo de cotejar en la fuentes de la verdad de los que se dice. Siempre atentos al cotilleo acerca de los desmanes del cura de tal o cual pueblo, nunca tendrán ojos ni oídos para reconocer el trabajo intensó y fecundo hecho por católicos militantes.

Cristianos tibios, desencantados, tristes, porque ya no creen en nada, no conocen la alegría de la salvación, porque ya nada quieren saber de salvación ni de “Kerigmas”.

Esta iglesia durmiente perdió su primer impulso, su entusiasmo, su vigo. No es ni fría ni caliente.

Ya no sabe quién es ni se acuerda de lo que recibió. Es una iglesia de corazones cobardes y manos débiles.

Comentarios

  1. Conozco muchos cristianos durmientes que no pisan la iglesia en todo el año,pero sí van al Via Crucis de la Guia y a la procesión del Cristo de la victoria y estoy segura de que lo hacen con una gran fe. Y los cristianos que van a Misa todos los días y que dejan bastante que desear en su vida personal y carecen de total caridad cristiana a esos ¿cómo se les puede llamar?

    ResponderEliminar
  2. NI Hao dice: "Y los cristianos que van a Misa todos los días y que dejan bastante que desear en su vida personal y carecen de total caridad cristiana a esos ¿cómo se les puede llamar?"

    Respuesta: ¿incoherentes? ¿adormilados?

    El artículo tiene, sin dudas, sus puntos débiles. Es posible que el autor Xose Manuel haya tratado el tema con más profundidad. Pero de lo que no cabe duda es que la categoría de cristianos existe. Quizás lo del nombre sea lo de menos. Pero nos puede servir para evaluarnos. Yo no juzgo la vida de esas personas. Lo que si quiero es evitar sus errores.

    ResponderEliminar
  3. Me vas a permitir que complete la respuesta. y que lo haga con un texto de las biografías de San Francisco.

    Cuentan que una vez le preguntaron a Francisco quien era el Hermano Menor perfecto, el que mejor representaba su ideal. Francisco respondió diciendo que: "Sería buen hermano menor aquel que conjuntara la vida y cualidades de estos santos hermanos, a saber, la fe del hermano Bernardo, que con el amor a la pobreza la poseyó en grado perfecto; la sencillez y pureza del hermano León, que fue varón de altísima pureza; la cortesía del hermano Ángel, que fue el primer caballero que vino a la Orden y estuvo adornado de toda cortesía y benignidad; la presencia agradable y el porte natural, junto con la conversación elegante y devota, del hermano Maseo; la elevación de alma por la contemplación, que el hermano Gil tuvo en sumo grado; la virtuosa y continua oración del hermano Rufino, que oraba siempre sin interrupción, pues, aun durmiendo o haciendo algo, estaba siempre con su mente fija en el Señor; la paciencia del hermano Junípero, que llegó al grado perfecto de paciencia por el perfecto conocimiento de su propia vileza, que tenía siempre ante sus ojos, y por el supremo deseo de imitar a Cristo en el camino de cruz; la fortaleza corporal y espiritual del hermano Juan de Lodi, que en su tiempo fue el más fuerte de todos los hombres; la caridad del hermano Rogerio, cuya vida toda y comportamiento estaban saturados en fervor de caridad; la solicitud del hermano Lúcido, que fue en ella incansable; no quería estar ni por un mes en el mismo lugar, pues, cuando le iba gustando estar en él, luego salía, diciendo: «No tenemos aquí la morada, sino en el cielo»."

    Quizás no hubiera sido necesiario poner toda la lista, pero es una cita que me gusta.

    Las listas, tanto las positivas, como la de San Francisco, como las negativas, la del artícul, tienen una cosa mala, nunca son reales. No creo que haya nadie que a la que se le puede aplicar todos los elementos que hay en ella.

    Pero sin embargo nos damos cuenta que ese tipo de "cristianos" existe. No hay nadie que responda al cien por cien de ese retrato robot. Además, esa lista se podría completar sin problemas; cuando la copiaba se me ocurrían otras cosas que cuadran muy bien dentro de ese "fenotipo".

    Pero lo importante es que nosotros nos contrastemos en esa lista. Y que nos preguntemos si eso cuadra dentro de nuestra vida cristiana. Y también que nos preguntemos que podemos hacer para alejarnos de ella.

    No sé si me explicado. Si hace falta lo vuelvo a intentar.

    ResponderEliminar
  4. Los errores de las personas a las que yo me refiero son, a mi enterder, mucho más graves, pues nos engañan y posiblemente hagan daño a muchas personas pues piensan que la fe, la oración, es algo más que darse golpes de pecho. Yo creo que un buen cristiano, un fiel seguidor de Cristo, además de cumplir con los deberes religiosos tiene que ver en los demás a Dios, ser un "buen samaritano". Gracias por la contestación

    ResponderEliminar
  5. Estoy completamente de acuerdo contigo, antes no te había entendido.

    Ser cristiano es algo más que el culto o la oración. Jesús ya dio un nombre a esas personas: hipócritas (en griego actores, en castellano algo más gordo). Relee Mt 6,2-16. Es un buen ejemplo.

    Ser cristiano no es ser buen samaritano, es ser como Cristo. Hacer lo que él hizo, vivir como el vivió. Si nos olvidamos que Jesús estuvo siempre abierto a las necesidades del otro, de esa acogida incondicional (habló tanto con pobres como con ricos, con pecadores como con fariseos), que entregó su vida por amor ("habiendo amado a los suyos los amó hasta el extremo" Jn 13, 1), es que todavía no hemos aprendido lo que es ser cristiano.

    Dicho de otro modo, no es nuestra misión ser los hijos menores, sino ser como el padre amoroso. Eso es ser cristiano (mira Lc 15 11-32)

    ResponderEliminar

Publicar un comentario