sobre educación

Chavales diferentes en Barbiana (escuela de Don Milani, sacerdote italiano)

ballgif7.gif (1627 bytes)En Barbiana el reconocimiento de que un chaval era "diferente" (algo deficiente, más lento, gandul, etc...) llevaba a un "trato de privilegio", con el fin de conseguir la verdadera igualdad. Uno de los principios fundamentales de Barbiana establecía que "tratar por igual a los desiguales es una gran injusticia", un principio de sentido común, aceptado por la mayoría de los mortales, casi una perogrullada, pero que se resiste a ser integrado plenamente en el sistema escolar.

En la Carta a una maestra podemos leer: "El que se encontraba sin fundamentos, o era lento o gandul, se sentía el preferido. Parecía que la escuela era toda para él solo. Hasta que no había entendido una cosa, los otros no seguían adelante". Entre un montañés y un campesino, el privilegiado era el montañés. Entre un campesino y un obrero, el privilegiado era el campesino. Entre un infradotado y un genio, el privilegiado era el infradotado. Éste era el "clasismo" de Barbiana, que escandalizaba a algunos, pero que propugnaba una pedagogía de la solidaridad y de la verdadera igualdad.

En Barbiana había chavales diferentes, en el sentido que le damos actualmente entre nosotros, pero jamás se utilizó la palabra "diferente". Todos los que pasamos por Barbiana recordamos con emoción y ternura a Marcelo, el más preferido de Don Milani, porque era el más desfavorecido. Tenía serias deficiencias psíquicas y físicas, pero siempre hizo la vida normal de un alumno como los demás y siempre fue considerado por todos como uno más.

En mi primera visita a Barbiana, Don Milani observó que no me había pasado inadvertida la deficiencia de Marcelo y me dijo: "Tú debes pensar que es un cretino, ¿verdad? Pues, mira, de algunas cosas sabe más que tú. Por ejemplo, sobre el adulterio, el divorcio, el abuso de menores, ya que lo ha experimentado en carne propia. ¿Ves? ´, es igual que tú".

En Barbiana, sin proponerse ninguna pedagogía especial, se combinaban perfectamente los aspectos individualizados y comunitarios. Se conocía cada alumno de cabo a rabo y se le proponía lo que le convenía y lo que era capaz de hacer. Había un sistema especial para Gianni, otro para Sandro y otro para Marcelo, y así con todos. Era la pedagogía de la madre, que nunca considera tonto o diferente a su hijo; era la pedagogía del sentido común, tan alejada desgraciadamente de nuestras escuelas.

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