El Adviento es encuentro


El que encontró al Señor se quedó transfigurado interiormente. El encuentro con Dios no se puede “contar”, así como ningún encuentro verdadero e importante jamás se podrá explicar en profundidad. El que lo vivió lleva su marca en los ojos, pero sobre todo en el corazón. La historia de la espiritualidad se ha tejido con figuras de santos que, después del encuentro con Dios, le han convertido en el sentido de su existencia diaria; cada uno lo encontró en una manera distinta, en tiempos distintos, en lugares y circunstancias distintas. Sin embargo todos tienen en común la sensación de fiesta y la profunda paz interior que deriva de este encuentro; una paz y una fiesta estrenada por el canto de los ángeles en Nochebuena, y que se repite cada vez que Jesús viene a “cenar” con nosotros.

" Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento. Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. El ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace»". (Lc. 2,1-14)

"Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo". (Ap. 3,20)

En el Evangelio, y en toda la Biblia, se expresa en continuación el deseo de Dios de “cenar” con nosotros, de encontrar un espacio de confianza y tranquilidad en nuestro corazón, para habitarlo y llenarlo de su amor. Señor, queremos decirte que nosotros también esperamos este encuentro, queremos que tú te sientes cara a cara con nosotros.


Mi Señor

Deja que me siente
por un momento a tu lado,
más tarde terminaré
el trabajo que me espera.

Lejos de tu mirada,
me canso enseguida;
mi trabajo es pena
y me siento perdido.

Contigo encuentro la vida,
los susurros y suspiros,
tengo mil trovadores
en la corte de tu amor.

Deja que me siente
cara a cara;
quiero cantar la alegría
de pertenecerte.

(Rabindranath Tagore)

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