SOBRE LOS SANTOS

THOMAS MERTON:
Algunos al parecer, piensan que un santo no puede en modo alguno sentir un interés natural por ninguna de las cosas creadas. Se imaginan que otra forma de espontaneidad o disfrute es el goce pecaminoso de una naturaleza caída... Algunos suponen que la vida de un santo solo puede ser un perpetuo duelo con la culpa... Como si los santos ofendieran a Dios cada vez que estiman la belleza, la bondad, las cosas agradables. Como si los santos no pudieran sentir más agrado que el que les procuran sus oraciones y sus actos de piedad interiores.
un santo es capaz de amar las cosas creadas y gozar usándolas y tratando con ellas de una manera perfectamente sencilla y natural, sin hacer referencias formales a Dios, sin atraer la atención sobre su piedad y actuando sin ninguna forma de rigidez artificial. Su amabilidad y su dulzura no le son impuestas por la presión abrumadora de una camisa de fuerza espiritual, sino que proceden de su docilidad directa a la luz de la verdad y a la voluntad de Dios. Por eso el santo es capaz de hablar sobre el mundo sin hacer ninguna referencia explícita a Dios, de tal manera que lo que dice da más gloria a Dios y despierta un amor mayor a Él que las observaciones de una persona menos santa, que tiene que forzarse para establecer una conexión arbitraria entre las criaturas y Dios por medio de analogías y metáforas gastadas, tan débiles que nos hacen pensar que la religión es problemática.
El santo sabe que el mundo y todo lo que Dios ha hecho es bueno, mientras que quienes no son santos, o bien ni siquiera se preocupan por responder a la cuestión en modo alguno, porque solo están interesados en di mismos.
Los ojos de los santos santifican todo lo que es bello, y las manos de los santos consagran a la gloria de Dios todo cuanto tocan; los santos nunca se ofenden por nada ni juzgan ningún pecado humano, porque no conocen el pecado. Conocen la misericordia de Dios y saben que su misión en la tierra es llevar esa misericordia a todos los hombres.

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