Para pensar

En la página web de la parroquia San Judas Tadeo, de Maracaibo, llevada también por los capuchinos publican la hoja parroquial que sacan todas las semanas. De forma paaralela el parroco, Hno. Juan Bautista Gutierrez va publicando pequeñas reflexiones. No será la ultima vez que aprarezcan publicadas, así que de momento pongo dos pequeños textos, que son los últimos publicados:

Un matrimonio joven entró en una tienda de juguetes. Durante un largo rato estuvieron mirando sin decidirse por ninguno. Al verlos tan indecisos, se acercó una empleada y les preguntó sonriendo:
- ¿Puedo ayudarles?
- Mira - le explicó la mujer - tenemos una niña muy pequeña que, como trabajamos los dos, se la pasa casi todo el día sola en casa.
- Es una pequeña que, a pesar de que tiene muchas muñecas y toda clase de juguetes, apenas sonríe - continuó el hombre -. Quisiéramos saber si existe algo, sin importar lo que cueste, que la haga feliz, que le dé alegría, con lo que pueda jugar horas y horas sin aburrirse.
-Lo siento – sonrió la empleada con gentileza - En esta tienda no vendemos padres.



El padre volvió cansado del trabajo y le desconcertó la pregunta de su hijo:
- Papá, ¿cuánto ganas?
- Dile a tu maestra que eso no se pregunta, que son asuntos personales.
- No, no es tarea de la escuela. Soy yo quien quiero saber cuánto ganas, papá.
- Mira, hijo, estoy muy cansado. No sé para qué quieres saber eso.
El hijo le seguía rogando con los ojos. Su agudo interés desarmó al padre:
- Gano muy poco, hijo mío. Apenas nos alcanza para sobrevivir. Estoy ganando uno seiscientos mil bolívares al mes.
- Y eso, cuánto es por hora?
- Ay, no sé, a mi me pagan quincenalmente, pero debe ser como unos dos mil bolívares.
- ¿Me podías prestar mil bolívares?
- Pero, ¿qué te está pasando hoy, hijo? Empiezas haciéndome una pregunta rarísima, y terminas pidiéndome dinero. Ya está bien, estoy muy cansado. Necesito descansar.
El padre se bañó, cenó y cuando se puso a ver la televisión, comenzó a sentirse culpable. Tal vez el hijo tuviera algún problema serio y necesitaba de su ayuda… Se dirigió a su habitación y le preguntó en voz baja:
- ¿Duermes, hijo?
- No, ¿qué quieres papá?
- Vine a prestarte los mil bolívares que me pediste.
El niño saltó gozoso de su cama, abrió su gaveta y sacó unos billetes arrugados.
- Tengo ahorrados otros mil bolívares. Con los tuyos suman dos mil. ¿Me podrías vender una hora de tu tiempo?

Por si quisierais visitarla su dirección es : www.sanjudasmar.com El único inconveniente que tiene, de momento, es la música. Os recomiendo que apagueis los altavoces o que les bajeís el volumen. En la parroquia están trabajando para solucionar el problema.

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