Semana Santa

Mirando por internet, sobre todo en las páginas de videos se puede encontrar de todo. Alguna vez te llevas agradables sorpresas. Una es este video. Es el grupo Naturally Seven un grupo americano que canta a capella, sin más apoyo que su voz.

Lo había visto hace un par de meses. Pero, ahora, uno de los blogs a que leo "86400" (los segundo que tiene un día), aparece la noticia. Me ha gustado el comentario que hace el autor y lo transcribo, espero que no se enfade conmigo:

¿Quién necesita irse al teatro si tiene el espectáculo en plena calle? Mejor dicho, en un metro. Se trata del grupo Naturally Seven y aquí está su versión de In the air tonight, a capella, y en mitad de una multitud de un vagón de metro, que, al principio se queda extrañada y al final, bueno… mejor míralo…

Me encanta pensar a veces, que en el bullicio de una ciudad, donde (como se dice en Cazafantasmas 2) "a todos nos da igual pisarnos o escupirnos" (figurativamente hablando pero acercándose a la realidad), todavía quedan reductos donde podemos unirnos en base a algo, y participar.


De todas formas creo que es un día apropiado para ponerlo. Me explico. Mañana empezamos el Triduo de Pascua. Y esta canción es oportuna para el Jueves Santo. El estribillo de la canción se podría traducir: "Puedo sentir el amor en el aire esta noche. He estado esperando este momento toda mi vida". Y, para nosotros, el Jueves Santo es la expresión del Amor. El de Dios, que nos da a su Hijo, y el de Jesús, que "habiendo amado a los suyos en el mundo, los amó hasta el extremo" (Jn 13, 1). En aquel Jueves, Jesús quiso vivir ese amor que siempre demostró, de una manera especial. La cena de Pascua que celebró no recordaba sólo el Amor de Dios que liberó al Pueblo de la esclavitud. Jesús le dio un sentido nuevo y pleno: Ese Amor de Dios libera a todos y nos une a él. Por eso el se entrega. La unión entre Dios y los hombres, clara para Dios, nos queda patente cuando Jesús firma la alianza entregándose.

Por eso se entrega bajo el pan y el vino, los símbolos de todo acuerdo, desde Abrahán y Moisés, así como todos los pactos que los judíos hacían entre ellos, para que nosotros vivamos esa alianza y seamos consciente de ella todos los días de nuestra vida.

El Triduo Pascual no es el recuerdo de lo que Jesús hizo. Es memoria y profecía, porque aquello de lo que fueron testigos unos pocos, es lo que nosotros, como discípulos tenemos que transmitir a los demás.

San Francisco, que, a pesar de considerarse "idiota" (sin estudios), sabía poner el dedo en la llaga, tiene una Admonición o Aviso espiritual que no tiene desperdicio:

Dice el Señor Jesús a sus discípulos: Yo soy el camino, la verdad y la vida; ninguno viene al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceréis también a mi Padre; y desde ahora lo conocéis y lo habéis visto. Le dice Felipe: Señor, muéstranos al Padre y nos basta. Le dice Jesús: Tanto tiempo con vosotros, ¿y no me habéis conocido? Felipe, el que me ve a mí, ve también a mi Padre (Jn 14, 6-9). El Padre habita en una luz inaccesible (cf. 1Tim 6,15), y Dios es espíritu (Jn 4,24), y a Dios nadie lo vio jamás (Jn 1,18). Y no puede ser visto sino en espíritu, porque el espíritu es el que vivifica; la carne no le aprovecha a nadie (Jn 6,63). Ni siquiera el Hijo puede ser visto por nadie en cuanto igual al Padre, de forma distinta que el Padre, de forma distinta que el Espíritu Santo.

Por eso, todos los que vieron al Señor Jesús según la humanidad y no lo vieron ni creyeron, según el espíritu y la divinidad, que él era el verdadero Hijo de Dios, se condenaron. Del mismo modo, todos los que ven el sacramento, que se se santifica por las palabras del Señor sobre el altar por manos del sacerdote en forma de pan y de vino, y no ven ni creen, según el espíritu y la divinidad, que es verdaderamente el santísimo cuerpo y sangre de nuestro Señor Jesucristo, están condenados, como atestigua el Altísimo mismo, que dice: Esto es mi cuerpo y la sangre de mi nueva alianza etc. (Mc 14,22.24); y: Quien come mi carne y bebe mi Sangre, tiene la vida eterna (cf. Jn 6,55). Por tanto, el espíritu del Señor, que habita en sus fieles, está con aquel que recibe el santísimo cuerpo y sangre del Señor. Todos los demás, que no tienen dicho espíritu y presumen de recibirlo, comen y beben su propia condena (cf. lCor 1 1 ,29).

Por eso, hijos de los hombres, ¿Hasta cuándo seréis duros de corazón? (Sal 4,3). ¿Por qué no reconocéis la verdad y creéis en el Hijo de Dios? (cf. Jn 9,35). Mirad que diariamente se humilla (cf. Flp 2,8), como cuando vino desde el trono real, (Sab 18,15) al seno de la Virgen. Él mismo viene diariamente a nosotros en humilde apariencia. Cada día baja del seno del Padre al altar, en manos del sacerdote. Y como se mostró a los santos apóstoles en carne verdadera, así también ahora se muestra a nosotros en el pan sagrado. Y lo mismo que ellos con los ojos del cuerpo veían solamente su carne, mas con los ojos espirituales creían que El era Dios, así también nosotros, al ver el pan y el vino con los ojos del cuerpo, veamos y creamos firmemente que es su santísimo cuerpo y sangre vivo y verdadero.
Y de ese modo está siempre el Señor con sus fieles, como El mismo dijo: Mirad que yo estoy con vosotros hasta la consumación de los siglos (cf. Mt 28,20).


¡Qué el Amor de Dios y Jesús nos haga amantes de nuestros hermanos.



Concert sauvage dans le métro !
Vídeo enviado por lapapsprod

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