Primer Domingo de Adviento

La Comisión de Pastoral de la Conferencia Ibérica de Capuchinos ha elaborado unos esquemas para las homilas de los domingos de Adviento y Navidad. Desde este blog os los queremos ofrece para una mayor viviencia de estos tiempos.

Primer Domingo de Adviento

PRIMER DOMINGO

LECTURAS:

1. Jeremías 33, 14-16

2. 1 Tes 3,12.4,2

3. Luc 21, 25-28.34-36

LA SALVACIÓN ESTÁ CERCA

Para nosotros, que somos creyentes, al derramarse el amor de Dios en la creación, el Padre –por medio del Hijo y con el Espíritu Santo- hizo todas las cosas y a nosotros, hechos a su imagen y semejanza, nos puso en el paraíso; mas no aceptamos el permanecer dentro de nuestras limitaciones como criaturas y quisimos ser como Dios, determinando qué es el bien y el mal. De este modo hicimos imposible el proyecto de Salvación que Dios tenía para nosotros.

Pero su amor es más grande que nuestra debilidad, que nuestro pecado; de ahí que nos ofrezca una nueva oportunidad para que le acojamos como Salvador de nuestras pobres personas (OfP 7, 12. 14; 1R 23, 1-4).

Sin embargo, aunque la Salvación siempre es gracia, también necesita de nuestra acogida para que sea eficaz:

- Quitando los impedimentos que dificultan su aceptación (1R 22, 19-24).

- Viviendo como Cristianos (1R 22, 25-27; 2CtaF 19-35)

- Amando a todos (2CtaF 19. 26-27; 1R 11,5.6; 22, 1-4; 23, 8).

La venida de Cristo nos libera de todas las cosas que abruman nuestro corazón. Indudablemente en la Iglesia, y en cada uno de nosotros, hay dimensiones y aspectos que deben caer y ser destruidos porque están cerrados a Dios (1R 23, 10).

La Salvación que se nos anuncia rompe con todo lo viejo para dejar paso a una vida nueva. Por eso se nos advierte que debemos estar vigilantes ( 1R 22, 20. 25 ); es decir , saber mirar para descubrir al Señor que viene: Saber mirar a los hombres, saber mirar a cada persona, saber mirar las cosas que ocurren en el mundo que nos ha tocado vivir, saber mirar lo que a nosotros mismos nos sucede, ya que sólo llega a verlo todo con hondura y alcance constructivo el que sabe mirar desde la fe, con una espera esperanzada y la disponibilidad solidaria del amor.

La Iglesia, los cristianos, deberíamos ser ojos de Dios a favor de los hombres. Para advertir, orientar, ayudar, acompañar, consolar… Para hacer realidad en el mundo el Reino de Dios.

Hay que creer y querer, abrir los ojos con esperanza, dispuestos a la alegría pero también al llanto por los hombres. ¡Cuánto más veríamos en cada hombre y en el mundo entero…!

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